Un millonario deja a su esposa por su mejor amigo, pero ella aparece en su boda en una limusina… con cuatrillizos.

Olivia Hart creía que su vida era perfecta.

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A los treinta y dos años, estaba casada con Daniel, un empresario exitoso que había amasado su fortuna desde cero. Tenían un hogar acogedor, tardes llenas de risas y planes de futuro centrados en la familia. Para Olivia, Daniel no era solo un esposo: era su compañero en todo.

Pero la vida tiene una forma de desmoronarse cuando menos te lo esperas.

Una mañana, mientras preparaba el desayuno, Olivia notó que Daniel estaba extrañamente distante. La sutil sonrisa que esbozaba al mirar su teléfono era algo que no había visto en semanas.

“¿Está todo bien?”, preguntó en voz baja.
“Por supuesto”, respondió demasiado rápido. “Solo trabajo”.

Sin embargo, el corazón de Olivia sabía que algo andaba mal. Y pronto, la verdad la golpearía con más fuerza de lo que jamás hubiera imaginado.

Daniel no asistía a reuniones nocturnas. No viajaba a “conferencias de inversores”.
Estaba con Harper, la mejor amiga de Olivia desde la universidad.

El descubrimiento llegó un viernes por la noche, cuando un mensaje anónimo vibró en su teléfono: Café de la Séptima Avenida. Esta noche. 8 PM.

Con el corazón dividido entre la curiosidad y el miedo, fue.

A través de la ventana, los vio. La mano de Daniel sobre la de Harper. Sus miradas cómplices. Sus sonrisas, sus secretos compartidos.

Se quedó sin aliento. Las dos personas en las que más confiaba la habían traicionado.

Cuando los confrontó, Daniel confesó sin vergüenza:
“Harper me entiende como tú nunca. Lo siento, Olivia. Es a ella a quien quiero”.

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