Laura tomó el sobre, sin saber si alguna vez lo leería. Sus miradas se cruzaron por última vez. Entonces Michael se dio la vuelta y se alejó, desapareciendo entre la multitud.
Los niños corrieron hacia ella.
“Mamá, ¿estás bien?”, preguntó uno de los hijos.
Ella asintió, forzando una sonrisa.
“Por supuesto. Estamos juntos, y eso es lo que importa.”
Mirando a su alrededor, Laura sintió que el pasado ya no tenía poder sobre ella. Abrazó a los niños y dijo en voz baja: “Vamos a tomar un helado”.
Los chicos gritaron de alegría y se dirigieron al quiosco. Laura no se dio la vuelta. Su vida continuó, solo hacia adelante.
¿Qué opinas? ¿Michael merecía una segunda oportunidad? ¿Debería Laura haberle abierto la puerta a su nueva realidad? ¡Comparte tu opinión en los comentarios!