UN ENFERMERO FUE CONTRATADO PARA CUIDAR A UN ANCIANO DE 87 AÑOS, Y NOTÓ QUE TODAS LAS MAÑANAS…

Había una empleada que servía la comida, una mujer de mediana edad que trataba a Arturo con cariño genuino, pero evitaba interactuar mucho cuando Ricardo estaba presente. otro indicativo de la atmósfera tensa que permeaba la casa. La conversación giró en torno a temas seguros como el jardín y el clima, pero Diego notó que cualquier intento de Arturo de introducir otros asuntos era sutilmente desalentado o ignorado por Ricardo. “Tengo algunas ideas para mejorar el sistema de riego del jardín”, intentó Arturo en cierto momento.

“Podría ser más eficiente y económico.” Ricardo solo asintió distraídamente y cambió de tema, haciendo que Arturo volviera al silencio contemplativo que parecía haberse convertido en su postura estándar. Después de la cena, Diego ayudó a Arturo a prepararse para dormir, organizando sus medicamentos nocturnos y asegurándose de que estuviera cómodo en la cama. La habitación estaba en la planta baja de la mansión, lo que facilitaba el acceso, pero también significaba que cualquier ruido de las otras habitaciones podría ser fácilmente oído durante la noche.

Diego arregló un colchón en la habitación contigua, conectada por una puerta que permanecería entreabierta para que pudiera oír si Arturo necesitaba ayuda durante la madrugada. La rutina nocturna transcurrió sin incidentes, con Arturo tomando sus medicamentos sin quejarse y acostándose tranquilamente bajo las gruesas mantas que lo protegían del frío de la noche. El anciano parecía más relajado en este momento íntimo, lejos de los ojos vigilantes de Ricardo, y conversó un poco más libremente sobre sus esperanzas para los días siguientes.

Diego aprovechó para preguntar sobre posibles molestias nocturnas o necesidades especiales durante el sueño, queriendo asegurarse de que podría proporcionar el mejor cuidado posible. “Gracias por todo hoy, Diego”, dijo el anciano con gratitud genuina en su voz. Hace tiempo que no me siento tan cuidado por alguien que realmente se preocupa. Antes de retirarse a su propia habitación, Diego verificó una última vez si Arturo tenía todo lo que necesitaba al alcance de sus manos, incluyendo un vaso de agua, sus medicamentos de emergencia y un timbre para llamarlo en caso necesario.

El anciano agradeció nuevamente por la atención y cuidado, pero Diego notó una sombra de preocupación en sus ojos, como si algo le molestara, pero no supiera cómo expresarlo. Arturo mencionó que a veces tenía dificultades para dormir, especialmente durante los primeros días con un nuevo cuidador, y pidió a Diego que no se preocupara si escuchaba algunos ruidos durante la noche. Esta observación le pareció extraña a Diego, que se preguntó qué tipo de ruidos Arturo esperaba hacer, pero decidió no insistir en el asunto en aquel momento, prefiriendo observar y aprender sobre los patrones de sueño del anciano durante los próximos días.

“A veces tengo pesadillas”, admitió Arturo vacilante. “Sueños perturbadores que me hacen hablar o moverme durante el sueño, pero es algo con lo que he aprendido a convivir a lo largo de los años.” Diego estaba comenzando a dormirse cuando fue despertado por sonidos amortiguados provenientes de la habitación contigua, algo que inicialmente pensó que eran solo los ruidos normales de una casa antigua acomodándose durante la noche. Pero a medida que prestaba más atención, los sonidos se volvieron más distintos y perturbadores, pareciendo gritos o gemidos de angustia que hacían que su corazón se acelerara de preocupación.

se levantó rápidamente de la cama, se calzó las pantuflas y caminó hasta la puerta que conectaba las dos habitaciones, acercando el oído a la madera para intentar entender mejor lo que estaba sucediendo. Los sonidos parecían venir directamente de la cama donde Arturo dormía, pero había algo extrañamente amortiguado en ellos, como si el anciano estuviera intentando gritar, pero no consiguiera emitir sonido suficiente o como si algo estuviera impidiendo que hablara normalmente. Diego sintió una ola de adrenalina recorrer su cuerpo mientras intentaba decidir si debería entrar inmediatamente o aguardar algunos momentos más para evaluar la situación.

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