En contraste, quienes pertenecen a los grupos sanguíneos A, B o AB podrían enfrentar mayores desafíos conforme pasan los años. Algunas investigaciones han relacionado estos grupos con mayores niveles de inflamación crónica, un factor clave en el deterioro del organismo con el tiempo. También se ha observado una ligera tendencia a desarrollar presión arterial elevada y ciertos trastornos neurológicos asociados a la edad, aunque esto no significa que estén predestinados a envejecer mal, sino que quizá deban adoptar medidas preventivas con mayor firmeza.
Un aspecto interesante que señalan los científicos es la relación entre el tipo de sangre y el estrés oxidativo, un proceso celular que contribuye al envejecimiento prematuro. Las células de algunos grupos sanguíneos parecen más resistentes a este tipo de daño, lo que ralentizaría el deterioro natural de tejidos y órganos. Asimismo, el sistema inmunológico también se comporta de forma distinta según el tipo de sangre, lo que influye directamente en la capacidad del cuerpo para mantenerse fuerte frente a infecciones y enfermedades crónicas.
Pero más allá de estas diferencias biológicas, los expertos coinciden en que ningún grupo sanguíneo ofrece inmunidad total frente al paso del tiempo. Lo verdaderamente decisivo es el estilo de vida, y en eso todos tenemos el mismo poder de decisión. Para quienes desean envejecer con salud, los pilares siguen siendo los mismos: una alimentación equilibrada, actividad física regular, descanso adecuado y un buen manejo del estrés.
Incorporar alimentos ricos en antioxidantes como frutas, verduras, té verde o cúrcuma puede ayudar a neutralizar los radicales libres que dañan nuestras células. También es fundamental moverse: caminar, nadar, practicar yoga o hacer ejercicio de fuerza no solo mantiene el cuerpo ágil, sino que protege al corazón y al cerebro. Dormir entre 7 y 8 horas por noche, evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco, y someterse a chequeos médicos frecuentes son otras medidas básicas que todos deberíamos seguir, sin importar el grupo sanguíneo.
En resumen, si bien es cierto que tu tipo de sangre puede darte algunas pistas sobre tu predisposición a ciertas condiciones de salud, no determina tu destino. La verdadera clave para envejecer bien está en las decisiones que tomás cada día. Conocer tu biología es útil, pero es el cuidado diario lo que hará la mayor diferencia. Porque más allá de la genética, lo que hacés con tu cuerpo y tu mente es lo que realmente cuenta.