“TÍO, ¡NO TE COMAS ESE PASTEL!” — SUSURRÓ LA PEQUEÑA MENDIGA… Y EL MILLONARIO SE QUEDÓ HELADO AL DESCUBRIR LO QUE SUCEDÍA. ¡NO TE LO PUEDES PERDER!

para no hacer ruido empujó la puerta estaba abierta el interior era oscuro con muebles rotos latas vacías y ropa tirada por todos lados avanzó un poco más mirando cada rincón hasta que la vio sentada en un colchón sucio en una esquina estaba ella la misma niña la del restaurante tenía los brazos cruzados y lo miraba sin moverse no dijo nada solo lo miró ramiro se detuvo no sabía cómo empezar estaba ahí frente a ella pero las palabras se le atoraban valeria preguntó al fin ella no respondió lo seguía mirando con esos ojos enormes cansados como si lo conociera desde
siempre como si supiera todo lo que iba a decir ramiro tragó saliva yo necesito que me digas que viste esa noche ella bajó la mirada por un segundo luego volvió a levantarla no dijo nada todavía pero ya no parecía tener miedo ramiro dio un paso más hacia ella con cuidado valeria seguía sentada en ese colchón lleno de manchas abrazando sus rodillas con la cara medio sucia y los pies descalzos la luz que entraba por una ventana rota apenas iluminaba su cara no parecía asustada pero tampoco se movía lo observaba en silencio como si
estuviera decidiendo si confiar en él o no no te voy a hacer nada” dijo Ramiro con la voz baja “solo quiero que me digas lo que viste esa noche en el restaurante.” Valeria no contestó enseguida se quedó en silencio unos segundos más como si estuviera repasando todo en su cabeza luego sin dejar de mirarlo habló con voz suave pero firme yo estaba en la puerta no me dejaban entrar pero me escondí entre los arbustos donde tiran las cajas vacías desde ahí se ve adentro ramiro asintió despacio se acercó a una silla rota y se
sentó frente a ella sin presionarla valeria miró al suelo un segundo luego continuó vi cuando ustedes se sentaron ella tenía un bolso rojo grande lo puso sobre la silla cuando tú volteaste a ver tu celular ella abrió el bolso y sacó un frasquito era chiquito como de gotas lo apretó con cuidado y echó algo en el pastel después lo guardó rápido como si nada ramiro sintió que el estómago se le apretaba la niña lo decía sin drama como si estuviera contando algo normal pero cada palabra le daba vueltas en la cabeza no quería interrumpirla así que la dejó
seguir cuando la vi hacer eso me dio miedo pensé que era algo malo no sabía si era veneno pero se me hizo raro nadie hace eso con la comida y tú ni cuenta te diste por eso entré solo quería avisarte ramiro se frotó la cara con las dos manos no sabía qué decir era verdad todo lo que temía todo lo que se venía imaginando ahora estaba saliendo de la boca de una niña que vivía entre basura y colchones viejos no estaba loco ella lo vio confirmaba todo ¿estás segura que era ella que fue Jimena valeria lo miró con una ceja levantada claro que sí
tenía un vestido rojo pelo largo bien peinada estaba sentada enfrente de ti no hay duda ramiro se quedó callado tragó saliva pensaba en la cara de Jimena en cómo había fingido todo en cómo sonreía mientras hablaban de viajes mientras lo miraba a los ojos con esa cara tan segura y al mismo tiempo había hecho eso había intentado matarlo por alguna razón lo había querido fuera del camino lo peor era que no tenía idea de por qué no entendía qué motivo tenía solo sabía que casi lo logra ¿tú me crees preguntó Valeria bajito ramiro levantó la cabeza la vio a
los ojos sí te creo valeria asintió como si eso fuera todo lo que necesitaba luego se volvió a abrazar las piernas pensé que nadie me iba a hacer caso por eso no dije nada más me escondí yo no quería problemas ramiro sintió un nudo en la garganta esa niña le había salvado la vida y ahora estaba ahí sola sin nadie que la protegiera viviendo en un lugar que ni siquiera tenía puerta miró alrededor la casa estaba llena de restos de comida botellas vacías papeles sucios una esquina olía a orina y ahí dormía ella cada noche como si fuera lo más normal del mundo ¿y tus
papás preguntó con cuidado valeria bajó la mirada se quedó callada unos segundos mi mamá murió hace un año dejó de despertar un día no tengo papá o sí pero nunca lo conocí ella decía que era un hombre rico pero que nunca quiso saber de mí ramiro sintió un golpe en el pecho pero no dijo nada la historia era dura no sabía si era verdad pero tampoco era el momento de dudar lo importante ahora era saber qué hacer con todo esto ¿te gustaría salir de aquí le preguntó de pronto valeria lo miró raro como si no
entendiera ¿a dónde ¿a un lugar mejor ¿a comer algo a dormir en una cama de verdad ducharte no sé algo más limpio ella lo pensó no dijo que sí de inmediato lo miró con desconfianza ¿y por qué harías eso ramiro no supo que responderle no podía decirle que se sentía culpable ni que le debía la vida ni que no tenía idea de qué más hacer así que solo se encogió de hombros porque me ayudaste y porque no mereces estar aquí sola valeria no respondió pero tampoco dijo que no solo se levantó despacio del colchón buscó una mochila vieja en un rincón y
la abrazó no tenía casi nada solo una cobija doblada una muñeca sin ojos y un suéter lleno de hoyos ramiro la miraba sin saber qué hacer era demasiado para procesar pero ya había tomado una decisión no iba a dejarla ahí vamos dijo al fin y salieron juntos de esa casa caminando lento uno al lado del otro bajo el sol de la mañana que ya empezaba a calentar las calles sucias de la ciudad ramiro no podía creer lo que acababa de pasar caminaba por la banqueta con Valeria a su lado como si fuera su hija aunque ni siquiera sabía si ella confiaba en él de verdad iban en
silencio él no sabía qué decir y ella tampoco preguntaba nada la ciudad seguía igual con los coches pasando la gente apurada los ruidos típicos de un día común pero para él no era un día cualquiera no después de todo lo que esa niña le acababa de contar cada palabra suya le había dado forma a lo que Ramiro solo sospechaba jimena había intentado matarlo y ahora todo tenía sentido valeria tenía el suéter viejo colgándole de un brazo la mochila colgando de un lado y los zapatos si así se le podían llamar eran dos pedazos de tela amarrados con un cordón caminaba sin quejarse como si estuviera

acostumbrada a andar así ramiro la miraba de reojo no entendía cómo una niña tan pequeña podía tener esa fuerza esa calma le había salvado la vida sin pedir nada a cambio eso era lo que más lo tenía sacudido pararon en una tienda ramiro compró agua un paquete de galletas dos tortas de jamón y unas papas ella no dijo nada solo se sentó en la banqueta abrió la bolsa con cuidado y empezó a comer como si llevara días sin probar nada lo hacía despacio sin hacer ruido sin desesperarse pero se notaba el hambre ramiro se sentó junto a ella sin
tocar su comida solo la miraba pensaba en todo lo que estaba pasando en lo rápido que cambió su vida desde aquella cena en cómo una niña salió de la nada a decirle la verdad cuando nadie más podía “¿no quieres más?” le preguntó cuando vio que guardaba un pedazo de torta valeria negó con la cabeza es para después dijo sin mirarlo ramiro asintió no insistió se quedó callado otro rato ¿por qué entraste al restaurante soltó de pronto ella tragó lo que tenía en la boca y levantó la vista porque me dio coraje tú no te dabas cuenta de nada y ella lo hizo muy
rápido creyendo que nadie la veía pero ¿cómo sabías que yo te iba a creer valeria se encogió de hombros no lo sabía solo quería intentarlo ramiro no supo qué decir se quedó mirando hacia la calle sin hablar la niña lo había arriesgado todo entrar a un restaurante así vestida como estaba no era fácil la podían haber corrido gritado incluso golpeado pero lo hizo igual y ahora él tenía una deuda enorme con ella se levantaron y caminaron un poco más ramiro decidió que no podía llevarla a su casa no todavía no tenía cabeza para explicar nada si alguien lo veía
con ella ni siquiera sabía qué haría al día siguiente lo único que le salía natural en ese momento era protegerla así que buscó el hotel más decente que encontró por ahí uno que no hiciera muchas preguntas no era de lujo pero estaba limpio y tenía lo necesario pidió una habitación con dos camas pagó por adelantado el recepcionista los miró raro pero no dijo nada ramiro firmó con otro nombre no quería dejar rastros subieron al cuarto valeria entró con los ojos bien abiertos no decía nada pero se notaba
que era la primera vez que pisaba un lugar así caminó despacio miró la televisión las toallas dobladas el baño tocó la cama como si fuera de otro mundo ramiro la dejó tranquila se metió al baño se lavó la cara con agua fría y se miró al espejo tenía las ojeras marcadas la barba desordenada la mirada ida no se reconocía cuando salió ella estaba sentada en la cama con los pies colgando se había quitado los zapatos rotos y tenía las piernas llenas de raspones ramiro buscó el control de la tele y se lo dio ve lo que
quieras ella asintió no preguntó nada puso un canal de caricaturas pero ni lo miraba estaba cansada se le notaba ramiro se sentó en la otra cama y respiró profundo no sabía qué iba a hacer mañana ni pasado no sabía si debía ir a la policía si debía buscar a Jimena enfrentarla denunciarla todo eso estaba flotando en su cabeza pero no tenía fuerza para decidir nada solo sabía que no podía dejar a Valeria sola no tienes que preocuparte por mí” dijo ella de pronto sin dejar de mirar al frente “no quiero dinero no me robes no me lleves a la policía solo quiero
dormir tranquila comer y ya.” Ramiro la miró esa frase lo partió era una niña apenas y ya hablaba como si viviera a la defensiva todo el tiempo como si estuviera esperando que todos la traicionaran no te voy a hacer daño” le respondió solo quédate aquí esta noche mañana vemos qué hacer ella no dijo nada más solo se acostó de lado abrazando su mochila la televisión seguía encendida pero ya no prestaban atención ramiro apagó la luz se echó en la cama y miró al techo mil cosas en la cabeza la imagen de Jimena los doctores los
policías la cámara sin grabación de la niña y ahora eso una niña dormida al lado como si fuera su responsabilidad de toda la vida cerró los ojos pero no pudo dormir todo seguía girando en su mente sabía que tenía que tomar una decisión pronto pero todavía no estaba listo todavía no dos días después Ramiro entró al hospital con el estómago hecho nudo no sabía por qué lo hacía no tenía que ir nadie se lo exigía podía haber llamado mandado flores cualquier cosa pero ahí estaba caminando por ese pasillo largo con paredes blancas

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