Los niños de esta familia tenían patines con los que yo sólo podía soñar.
Los Egorov no eran alcohólicos, trabajaban y aportaban dinero a su familia. Lo que pasa es que nunca hubo suficientes, porque alimentar a tanta multitud es muy difícil.
Esta familia estaba tranquila por el hecho de que todos los estaban ayudando. Los propios Egorov incluso pedían ayuda a la gente del pueblo cuando necesitaban algo.
Y continuaron dando a luz a nuevos hijos.
Egorova recibió una medalla y el título de madre heroína.
Nunca pude entender por qué alguien les debe algo. Una vez, mi madre abandonó la idea de tener un tercer hijo en aras de los beneficios del estado. Entonces, ¿por qué los Egorov actuaron de manera diferente?
Pero no expresé estos pensamientos en voz alta, porque nadie más lo dijo tampoco. Me pareció que estaba equivocado.
Pero un día me encontré con un artículo interesante.
Hablaba de una familia numerosa cuya situación económica era tan deplorable que pidieron pasar la noche en la oficina del alcalde. Los padres y sus ocho hijos vivían en una habitación de quince metros, en la que una vez habían invertido su capital materno. Mi padre trabajaba como taxista y mi madre no regresó de la baja por maternidad.
En aquel momento, no les dieron la vivienda prometida por el Estado: dijeron que lo harían sólo después de tres años.
Esta es una historia muy triste, pero surgen muchas preguntas para la propia familia. No tienes dinero ni una vivienda adecuada. ¿Por qué tuviste que dar a luz tantas veces?
En el mismo artículo había una historia sobre otra familia. Tuvieron cinco hijos, pero no tenían casa propia. Recibieron un terreno gratuito y comenzaron a construir una casa, invirtiendo capital de maternidad. Pero este dinero no fue suficiente. ¿Y cómo solucionaron el problema? No, no empezaron a trabajar, simplemente tuvieron dos hijos más.
Y luego abrieron una recaudación de fondos para que la gente les pagara la construcción de una casa.
Esto no es ninguna hazaña cuando la gente da a luz a tantos niños en tales condiciones. Esta actitud ante la vida es una irresponsabilidad banal.
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