Thiago Ribeiro nunca pensó que la paternidad sería

El cambio de Thiago

Con el paso de los días, Thiago cambió. Su carácter, acostumbrado al control y a las órdenes, se suavizó. Empezó a escuchar a sus hijos, a fijarse en detalles que antes le habían pasado desapercibidos. Aprendió a cuidar, a tener paciencia y a prestar atención. Ana se convirtió en algo más que una empleada para él: era una maestra que le demostró que el verdadero cariño no se mide por el dinero ni el estatus, sino por la atención y la presencia.

Empezó a llegar a casa más temprano, a cuidar de los niños, a veces incluso a ayudar a Ana. Comprendió que esta era la única manera de ser un verdadero padre. Y cada vez que miraba a los gemelos sonrientes, veía un pedacito de Marini, su fuerza y ​​su amor, encarnados en esas pequeñas criaturas.

Clímax: Confesión

Una tarde, cuando Thiago llegó a casa después de un largo día de trabajo, vio a Ana sentada en el suelo con los niños. Lucas y Gabriel reían, jugando con juguetes sencillos. Thiago sintió que su corazón rebosaba de gratitud.

Leave a Comment