Tengo 45 años y todavía me cuesta creer lo que escribo: hoy, a las 3 de la madrugada, finalmente me he convertido en padre.

La vida no siempre nos da lo que pedimos en el momento que lo queremos. Pero cuando decide concederlo, nos lo entrega en el instante perfecto.

A mis 45 años, puedo decirlo sin temor:
Nunca es tarde para que el milagro llegue.
Nunca es tarde para que la vida sorprenda.
Nunca es tarde para convertirse en padre.

Mientras escribo, él duerme a mi lado, respirando con un ritmo suave, como si el universo se hubiera reducido a ese pequeño pecho subiendo y bajando.
Mi esposa, agotada, descansa también. Yo los miro, y sé que ya no necesito nada más.

Hoy soy rico. Hoy soy completo. Hoy soy padre.

Y este es apenas el primer capítulo de la historia más hermosa de nuestras vidas.

Leave a Comment