Esperanza asintió modestamente. Sí, señor embajador. Increíble. Ese estudio revolucionó la nutrición hospitalaria en toda Europa. Lo cité en mi tesis doctoral. Rodrigo sentía que cada palabra era una bofetada a su arrogancia. Se apoyó contra la pared de la cocina, observando cómo sus invitados trataban a su simple cocinera con una reverencia que nadie le había mostrado jamás a él. La directora del Museo del Prado tomó la fotografía donde Esperanza aparecía junto al rey Juan Carlos. ¿Esta es usted en la zarzuela?
Sí, señora. Fue invitada para diseñar el menú nutricional para la visita del presidente Obama en 1998. Fue un honor. Miguel Errans se volteó hacia Rodrigo con una expresión que mezclaba incredulidad y reproche. Rodrigo, usted tenía idea de quién había contratado. Yo, ella, Rodrigo tartamudeó como un niño regañado. Esta mujer es una leyenda en el mundo científico gastronómico. Sus investigaciones salvaron miles de vidas. desarrolló protocolos nutricionales que se usan en hospitales de todo el mundo. Isabela Mendoza, que había estado en silencio, se acercó a su esposo con los ojos encendidos de furia.
“Rodrigo, ¿le ofreciste 10000 € mensuales a una científica de este calibre para que nos prepare el desayuno?” La vergüenza golpeó a Rodrigo como un tsunami. Recordó su risa burlona de la mañana, sus comentarios despectivos. su actitud condescendiente. Dr. Morales, intervino el embajador, ¿puedo preguntarle qué hace trabajando como cocinera doméstica? Esperanza suspiró profundamente y por primera vez esa noche su compostura se quebró ligeramente. Señor embajador, cuando uno tiene 60 años y pierde su trabajo por recortes presupuestarios, los títulos universitarios se convierten en papel decorativo.
He estado buscando trabajo en mi campo durante 5 años. Nadie contrata a una científica mayor cuando pueden conseguir jóvenes por la mitad del salario. El silencio se volvió incómodo. Todos miraron a Rodrigo, quien se sintió como un insecto bajo un microscopio. Necesitaba comer. Continuó esperanza con dignidad. Necesitaba pagar mi alquiler y cocinar. Siempre fue mi pasión. Así que cuando vi el anuncio del señor Mendoza, pensé que al menos podría aplicar mis conocimientos de alguna manera útil. Miguel Errans negó con la cabeza incrédulo.
Doctor Morales, usted podría dirigir cualquier restaurante Micheline de Europa. ¿Sabe lo que vale una consultoría suya? Los restaurantes Micheline no contratan científicas de 60 años, señr Gerans, contratan chefs jóvenes con imagen mediática. De repente, la directora del Museo del Prado se acercó a Rodrigo con una expresión que podría congelar el infierno. “Señor Mendoza, usted se rió cuando esta eminencia le dijo que tenía tres doctorados.” Rodrigo tragó saliva. “Yo pensé que era una broma.” ¿Una broma? El embajador francés intervino con indignación.
Esta mujer tiene más credenciales académicas que algunos ministros de mi gobierno. Miguel Herrans ya estaba escribiendo en su teléfono. Rodrigo, esto va a salir mañana en primera plana. El magnate del vino que contrató a una científica mundialmente reconocida para lavar sus platos va a ser el escándalo del año. Isabela se acercó a Rodrigo y le susurró al oído con veneno. Felicidades, querido. Acabas de humillar públicamente a una de las mentes más brillantes de España y lo hiciste delante del crítico gastronómico más influyente del país.