—“Vete ya,” le dijo a Sarah.
—“Lo prometí.”
—“Eso no borra todo. Pero… lo estás haciendo bien.”
Era lo más parecido a un perdón que le dio Lily—y Sarah sabía lo importante que era.
Más tarde esa noche, James miraba por la ventana de la cocina, observando a Sarah leerle a Emma en el sofá, con los gemelos a cada lado.
—“Ella es diferente,” dijo Lily, acercándose.
—“Tú también,” respondió James. —“Todos lo somos.”
Ella sonrió y puso una mano en su hombro.
—“Crié a cinco hijos maravillosos,” dijo. —“Pero ya no se trata solo de sobrevivir. Ahora se trata de sanar.”
Y por primera vez en mucho tiempo, la casa se sintió completa de nuevo—no porque todo volviera a ser como antes, sino porque todos habían crecido hacia algo nuevo.
Algo más fuerte.