“SOY LA ABOGADA DE MI PADRE” — EL JUEZ RÍE… HASTA QUE LA JOVEN LATINA PRUEBA SER UN GENIO JURÍDICO

El fiscal Ortega se levantó de golpe, casi derribando su silla. Objeción. Este material no fue presentado previamente a la fiscalía. Camila no vaciló. La regla 691.3 de la Corte de California permite a la defensa introducir pruebas fuera de orden cuando el testigo de la fiscalía se contradice. Y este video contradice su versión de los hechos.

La jueza Montgomery, con el rostro rígido, no pudo más que asentir. Se acepta como evidencia. Un murmullo de incredulidad recorrió la galería. El propio Edgar, enrojecido, se removía en su asiento intentando mantener la compostura, pero el daño ya estaba hecho. Camila dio un paso atrás, respiró hondo y añadió con firmeza, “Mi padre no estaba robando nada.

fue incriminado por quienes tenían el verdadero acceso y el verdadero poder. Esta es la primera prueba de que todo este caso se basa en una mentira. La sala explotó en exclamaciones. Por primera vez, la balanza de la justicia parecía inclinarse hacia el lado correcto. El supervisor de seguridad, Bernardo Salinas, fue llamado de inmediato al estrado con el rostro desencajado y las manos inquietas.

era el mismo guardia que aparecía junto a Edgar Montgomery. En el video proyectado, el fiscal Ortega intentó recomponer la situación con preguntas rápidas y superficiales. “Señor Salinas, ¿qué hacía usted en el edificio la noche del incidente?” Bernardo tragó saliva y respondió, “Estaba cumpliendo con mi turno habitual de vigilancia.

” Camila se levantó con paso firme, sus papeles en mano. Curioso, señor Salinas, porque aquí levantó una hoja con sellos oficiales. Aparece su tarjeta de fichaje marcando entrada a las 23:47, casi 20 minutos después de que ya lo vimos ingresando al edificio con el señor Montgomery a las 23:28, un murmullo recorrió la sala.

Bernardo comenzó a sudar. “Debe de ser un error del sistema.” Balbuceo. Camila dio un paso más. Su voz cargada de firmeza. Un error tan conveniente que lo hace aparecer en dos lugares distintos. O miente usted o mintió el señor Montgomery en su declaración jurada. ¿Cuál de los dos es, señor Salinas? El guardia evitó su mirada, pero la tensión en la sala era insoportable.

Camila presionó aún más. Explíquenos entonces por qué las únicas cámaras que fallaron esa noche fueron justamente las que grababan el área de archivos, mientras las demás, incluyendo las del estacionamiento y pasillos, funcionaban perfectamente. Bernardo se removió en la silla, incapaz de responder. ¿Acaso no es cierto que usted tiene acceso de administrador al sistema de seguridad y por lo tanto pudo manipular las grabaciones? Ortega golpeó la mesa gritando, objeción. especulación.

Pero la jueza, con un dejo de resignación en la voz respondió, “Señor Salinas, conteste la pregunta.” La sala entera se inclinó hacia delante en un silencio sepulcral. El guardia balbució. “Técnicamente, Po, sí, tengo acceso.” Camila lo miró directo a los ojos. Implacable. Entonces usted pudo alterar los registros y borrar las cámaras que mostraban al verdadero culpable.

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