“SE PARECE A TU MADRE DESAPARECIDA” – DIJO LA NOVIA DEL MILLONARIO: Y ÉL SE QUEDÓ PARALIZADO

Un restaurante, un café, algún lugar público donde él no pueda hacer una escena. No. Sebastián respondió firmemente, ajustando las cortinas para poder ver la calle sin ser visto. Si vamos a hacer esto, lo haremos en nuestros términos, en mi casa, donde tú te sientes segura. Isadora se acercó a él notando la tensión en sus hombros. Durante los dos años que llevaban juntos, había visto a Sebastián enfrentar crisis empresariales, competidores despiadados y situaciones de alto estrés, pero nunca lo había visto tan alterado como ahora.

No era solo ira lo que veía en sus ojos, era algo más profundo, más vulnerable. Era el dolor de un niño que había sido traicionado por la persona que más confiaba en el mundo. ¿Estás seguro de que estamos haciendo lo correcto? Le preguntó en voz baja para que milagros no escuchara. Tu madre tiene razón en estar nerviosa. Esta confrontación podría ser muy dolorosa para todos. Entonces, es es aún más importante que alguien busque la verdad, respondió Sebastián.

su voz cargada de determinación. ¿Sabes cuántas mentiras he estado viviendo? ¿Cuántas decisiones he tomado basándome en información falsa que él me dio? En ese momento, las cámaras de seguridad detectaron movimiento en la entrada principal. Sebastián miró la pantalla y sintió que se le contraía el estómago. Su padre había llegado, pero no solo. Había tres automóviles negros estacionándose frente a la mansión y de ellos bajaron varias personas elegantemente vestidas que Sebastián reconoció como abogados y asesores de la empresa familiar.

“Por supuesto”, murmuró Sebastián. vino con su equipo legal completo. Milagros se acercó a la ventana y al ver a los profesionales reuniéndose en la entrada, su rostro se puso pálido. “Reconozco a algunos de ellos”, susurró, “trabajaban para tu padre hace años. Son los abogados que él usa cuando necesita que alguien desaparezca legalmente.” “Desaparezca legalmente”, Isadora repitió confundida. Contratos de confidencialidad, acuerdos de silencio, demandas intimidatorias. explicó milagros. Tu padre es experto en usar el sistema legal para silenciar a las personas que saben demasiado.

El timbre sonó largo y formal, seguido de varios golpes decididos en la puerta principal. La voz de Rodrigo Montemayor resonó desde el exterior, amplificada por la entrada de mármol. Sebastián, sé que estás ahí y sé que tienes a esa mujer contigo. Tenemos que hablar inmediatamente sobre esta situación antes de que se salga de control. Sebastián activó el sistema de intercomunicación de la propiedad. Papá, si quieres hablar puedes hacerlo desde ahí. No necesitas todo un equipo legal para una conversación familiar.

La risa que siguió fue fría y calculada. ¿En serio piensas que esta es solo una conversación familiar? Sebastián, esta mujer representa un riesgo legal significativo para toda la familia. Necesitamos manejar esto profesionalmente. Un riesgo legal. respondió Sebastián incrédulo. Estás hablando de mi madre como si fuera una amenaza empresarial. Estoy hablando de una persona que está haciendo afirmaciones que podrían dañar la reputación de nuestra familia y nuestra empresa replicó Rodrigo. Afirmaciones que necesitan ser evaluadas cuidadosamente por profesionales.

Milagros se acercó al intercomunicador y antes de que Sebastián pudiera detenerla, presionó el botón. Su voz clara y firme, a pesar del miedo, llenó el aire. Rodrigo dijo simplemente, no he venido a hacer afirmaciones, he venido a reencontrarme con mi hijo. El silencio que siguió fue tan profundo que se podía escuchar el latido del corazón de cada persona presente. Pasaron varios segundos antes de que la voz de Rodrigo regresara, pero cuando lo hizo había perdido toda pretensión de profesionalismo.

Elena murmuró y en esa sola palabra había décadas de ira contenida. ¿Realmente pensaste que podrías regresar después de todos estos años y actuar como si nada hubiera pasado? No vine a actuar como si nada hubiera pasado”, respondió Milagros, su voz ganando fuerza con cada palabra. Vine porque mi hijo me encontró, porque después de 27 años de dolor, el destino decidió darnos una segunda oportunidad. Segunda oportunidad. La risa de Rodrigo sonó genuinamente amarga. Elena. Firmaste documentos, renunciaste legalmente a todos tus derechos como madre, aceptaste una compensación económica a cambio de desaparecer de nuestras vidas.

Esta revelación golpeó a Sebastián como un rayo. ¿Qué documentos? ¿De qué está hablando? Milagros cerró los ojos como si hubiera estado temiendo este momento durante décadas. Sebastián, hay cosas sobre esa noche que no te he contado todavía. ¿Qué cosas?, preguntó Sebastián, aunque no estaba seguro de querer escuchar la respuesta. La voz de Rodrigo llegó nuevamente desde el intercomunicador, interrumpiendo el momento. Elena, dile a nuestro hijo la verdad completa. Dile sobre el dinero que aceptaste. Dile sobre los documentos que firmaste voluntariamente.

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