Verrugas plantares, que suelen ser más elevadas y de textura rugosa.
Infecciones fúngicas (dermatomicosis plantar), que presentan descamación y prurito.
Tratamiento y Prevención
El tratamiento se centra en controlar la infección bacteriana y reducir la humedad en los pies:
Uso de antibióticos tópicos, como clindamicina, eritromicina o mupirocina.
Aplicación de antisépticos, como peróxido de benzoilo o soluciones con clorhexidina.
Mantener los pies secos, utilizando polvos absorbentes y calcetines de algodón transpirables.
Evitar el uso prolongado de calzado cerrado, permitiendo la ventilación de los pies.
En casos severos, pueden prescribirse antibióticos orales. Si los síntomas persisten, es recomendable acudir a un especialista en dermatología para un tratamiento más específico.