“Encendí una cerilla”.
“Perfecto”, dijo. “A ver quién está en llamas”.
A mitad de semana, la noticia llegó a la portada: El director ejecutivo se niega a dimitir en medio de una investigación anticorrupción.
Los empleados comenzaron a manifestarse. Una pancarta…
Apareció en el vestíbulo: La integridad es nuestro poder.
Por primera vez, comprendí la fe que mi tío tenía en mí.
Esa noche, buscando en los archivos, finalmente encontré la firma que faltaba: la de Carmichael.
Miré a David. “Lo tenemos”.
Asintió. “Esto podría revelarlo todo”.
“Ya no sigo protegiendo a mentirosos”.
Por la mañana, los agentes federales estaban en la Torre Whitmore. Las cámaras saturaban las escaleras cuando me enfrenté a los periodistas.
“¿Denunció a sus propios ejecutivos, Sra. Hayes?”
“Sí”, respondí. “Porque la verdad es el único poder que vale la pena conservar”.
La grabación se hizo viral.