Intentar hacer un cambio demasiado drástico en la casa o la habitación después de la pérdida obliga indirectamente a los dolientes a estar bien, como si tuvieran prisa por aceptar y adaptarse a lo sucedido. Además, transforma artificialmente una situación dolorosa y que consume mucho tiempo en algo superfluo.
SI EL CASO ES UN FALLECIDO, DEBES RETIRAR SUS PERTENENCIAS.
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Cuando tratamos en terapia casos de duelo complicado, somos testigos constantemente de cómo evitar el dolor de forma continuada y actuar como si no hubiera pasado nada es una trampa en la que el doliente puede caer fácilmente. Por un lado, a corto plazo parece que el dolor se atenúa, ya que el doliente no tiene acceso al recuerdo constante del fallecido que conlleva ver sus cosas. Mientras, a largo plazo, el dolor que debe ser expresado, así como las emociones y los pensamientos que construyen la elaboración del duelo, se van reprimiendo y arrinconando. No dar espacio y no permitir que el duelo se exprese provoca que se complique.
Intentar hacer un cambio muy drástico en la casa o en la habitación tras la pérdida obliga indirectamente al doliente a estar bien, como si le corriera prisa aceptar y adaptarse a lo que ha ocurrido. Además, transforma artificialmente una situación que es dolorosa –y que requiere tiempo.