—No estoy aquí por venganza —dijo suavemente—. Estoy aquí para demostrar que las apariencias engañan. Y que la amabilidad importa más que el dinero.
Damien le entregó al gerente una tarjeta.
—Transfiera los fondos hoy. Mis abogados se pondrán en contacto.
Se dieron la vuelta y caminaron hacia el Bugatti, la multitud en silencio abriéndose a su paso como el Mar Rojo.
Claire se detuvo en la puerta, mirando una vez atrás.
Y sonrió.
Mientras el Bugatti negro mate se alejaba por la calle, el silencio atónito dentro de la concesionaria permaneció como una niebla. Nadie se movió. Nadie habló. El mensaje era claro: todo había cambiado.
A la mañana siguiente, cuatro vendedores, incluido Chase, habían sido despedidos.
Claire no pidió sus trabajos. Damien tampoco lo exigió. El gerente, desesperado por salvar la reputación de la concesionaria y la relación con los Winters, actuó rápido.
Pero las noticias vuelan rápido—especialmente cuando se trata de la esposa de un multimillonario.
La historia de Claire, grabada en un smartphone por un cliente, se volvió viral durante la noche.
“Mujer Burlada en Concesionaria de Autos de Lujo. Al Día Siguiente, su Esposo Llega en un Bugatti de 18 Millones de Dólares.” #ClaireWinters era tendencia.
Los noticieros debatían sobre el clasismo en el comercio minorista. Las redes sociales explotaron con apoyo y críticas. Algunos la llamaban “un ícono de fortaleza silenciosa”, otros, “prueba de que el dinero habla más fuerte que la moral”.
¿Y Claire? Guardó silencio.
Hasta ahora.