” Cuando Esperanza entró al cuarto del hospital, Isabela comenzó a llorar desconsoladamente. Con sus últimas fuerzas trató de levantarse de la cama para arrodillarse, pero Esperanza la detuvo. “Esperanza, perdóname”, murmuró Isabela con voz quebrada. Fui la peor persona del mundo contigo. Te robé tu dinero, te quité a tu hijo, destruí tu vida completa y todo por mis celos estúpidos y mi corazón negro.
Esperanza con lágrimas corriendo por sus mejillas arrugadas, se acercó a la cama y tomó la mano de Isabela con una ternura que solo las almas verdaderamente buenas pueden tener. Señora Isabela, yo la perdono con todo mi corazón. Dios dice que tenemos que perdonar a nuestros enemigos para poder llegar al cielo. Y yo no quiero que usted se vaya sin mi perdón. No merezco tu perdón, esperanza. Merezco el infierno eterno por lo que te hice.
El perdón no se trata de merecer, señora, se trata de amar. Y yo aprendí a amar de Dieguito, que fue lo más hermoso que me pasó en la vida. Isabela volteó hacia Diego con ojos llenos de lágrimas. Mi hijito, devuélvele todo a esperanza. Todo los 50 millones que le robé más los intereses de 30 años, más la mitad de todo lo que tienes.
Ella es tu verdadera madre, cuídala como ella te cuidó a ti. Vi con esas palabras de redención final. Isabela, Santa María cerró los ojos para siempre, llevándose sus pecados, pero dejando atrás la posibilidad de un nuevo comienzo. Diego abrazó a Esperanza y le susurró, “Nunca más vas a estar sola. Nunca más vas a pasar necesidades.
A partir de hoy, tú eres mi familia verdadera y yo voy a pasar el resto de mi vida compensándote por estos 30 años de injusticia.” Y así termina esta historia que nos enseña que el amor verdadero siempre encuentra la manera de regresar a nosotros, aunque pasen décadas de separación e injusticia. Mis queridos amigos, Diego no solo le devolvió los 50 millones de pesos que le pertenecían a Esperanza por herencia, sino que también le transfirió la mitad de toda su fortuna personal, 250 millones de pesos adicionales, la mansión completa, tres
de sus autos de lujo y el 50% de las acciones de su empresa. Pero más importante que el dinero, Diego le devolvió algo que no tiene precio, una familia. Ahora viven juntos en la mansión, donde Esperanza tiene su propio ala de tres cuartos con baño completo, una sala privada y un jardín especial donde cultiva las hierbas medicinales de su pueblo en Michoacán.
Esperanza ya no vende dulces en la calle bajo el sol despiadado. Ahora administra la Fundación Esperanza Morales, que ayuda a mujeres mayores en situación de calle, porque ella sabe mejor que nadie lo que se siente estar abandonada por el mundo entero. Diego contrató a cinco empleados cuyo único trabajo es cuidar y consentir a esperanza.
Una enfermera personal, una chef que cocina solo comida mexicana. tradicional, un chóer que la lleva a misa todos los días, una masajista para sus dolores de espalda y una compañera de su edad para que nunca se sienta sola. Y lo más hermoso de todo, Diego finalmente puede dormir en paz porque recuperó al único amor verdadero e incondicional de su vida.
Cada noche Esperanza le canta las mismas canciones de Kuna que le cantaba cuando era bebé y él se duerme sonriendo como no lo había hecho en 30 años. ¿Ustedes qué opinan de esta historia?