MILLONARIO LLEGÓ SIN AVISAR Y VIO A LA NIÑERA CON SUS HIJOS… LO QUE VIO LO HIZO ENAMORARSE…

Los niños despiertan a las 7:30. Señora Ortiz le mostró la cocina. Rosa prepara el desayuno. Usted los lleva al colegio a las 8, los recoge a las 3. Tareas, merienda, baño, cena a las 7, dormir a las 8. El señor Montalvo casi nunca está. La voz de señora Ortiz se suavizó. Trabaja hasta tarde. Viaja constantemente desde que su esposa se fue hace 3 años. Bueno, se refugió en el trabajo. Ella tiene contacto con los niños. Ninguno firmó la custodia completa para el señor Montalbo.

Se casó con un empresario europeo 6 meses después de irse. Creo que ya ni recuerda que tiene hijos. Valeria sintió que algo se enroscaba en su estómago. ¿Qué edad tenían cuando ella se fue? 3 años. Apenas dejaban los pañales. 3 años sin madre. tres años con un padre que se escondía detrás de reuniones y viajes internacionales. De repente, todo tenía sentido. “Voy a conocerlos”, dijo Valeria dirigiéndose a las escaleras. Las habitaciones de los niños estaban en el segundo piso, tres puertas seguidas.

Valeria tocó la primera. “¡No quiero ir a la escuela!”, gritó una voz infantil desde dentro. Valeria abrió la puerta con cuidado. Un niño pequeño con cabello oscuro despeinado estaba sentado en su cama, los brazos cruzados. Su cuarto estaba impecable, demasiado impecable, como si nadie jugara allí realmente. Hola, soy Valeria. No me importa, vete. Tú debes ser Diego. ¿Y qué si lo soy? Valeria se sentó en el suelo a la altura de sus ojos. Pues que eres el mayor de los trillizos, ¿verdad?

Eso significa que tus hermanos te siguen. Debe ser difícil. Diego parpadeó confundido. ¿Qué? Ser el responsable todo el tiempo. Tener que ser fuerte cuando estás asustado. Los ojos del niño se llenaron de lágrimas instantáneas que trató de ocultar volteando la cara. No estoy asustado. Y no eres como las otras niñeras tontas. Tú también te vas a ir. Puede ser, admitió Valeria. Pero mientras esté aquí, no voy a dejarte solo. Diego tomó un dinosaurio de peluche y se lo lanzó con fuerza.

Le golpeó el hombro. Valeria no se movió, no gritó, no se levantó furiosa como esperaba el niño, solo recogió el dinosaurio y lo puso suavemente en la cama. Veo que estás muy enojado. Cuando estés listo para hablar, estaré abajo preparando el desayuno. Salió de la habitación cerrando la puerta con cuidado. En el pasillo, Mateo la esperaba con los puños cerrados. En la tercera puerta, Santiago lloraba en silencio. Iba a ser un día muy largo. A las 10 de la noche, después de llevarlos al colegio, recogerlos entre gritos, sobrevivir a una batalla por la tarea, limpiar

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