Alejandro sintió algo parecido a la vergüenza.
¿Con quién estaba Isabela? Mi vecino de Shochimilco.
Doña Carmen cuida a varios bebés de madres que trabajan con nosotros.
Le pago casi la mitad de lo que gano.
La realidad golpeó a Alejandro como un puñetazo.
Mientras él estaba preocupado por los márgenes de ganancia y la expansión del mercado, Camila había estado navegando en un sistema que la mantenía invisible y vulnerable.
“Si acepto quedarme en las habitaciones de invitados”, continuó Camila, “necesito que sepas que no es caridad lo que busco.
Puedo pagar un alquiler bastante justo y quiero formalizar mi empleo.
Contrato, beneficios, todo legal.
“¿Por qué es importante para ti la formalidad?” Camila lo miró directamente por primera vez esa mañana.
Porque si me pasa algo, Isabela necesita tener derechos, necesita existir en el sistema.
Y porque dudó un momento, porque Ricardo puede volver.
El padre de Isabela, sí, no reconoció a Isabela cuando nació, no firmó el acta de nacimiento, pero si se entera que mi situación ha mejorado, podría intentar reclamar el derecho de paternidad para aprovecharse de ello.
Alejandro frunció el ceño.
Su conocimiento del derecho de familia era limitado, pero comprendía las implicaciones.
Juegos familiares
Tiene derechos legales sobre Isabela en México.
Si un padre no reconoce voluntariamente a su hijo, debe pasar por un proceso legal para establecer la paternidad.
Es complicado y caro, pero si quisiera, se encogería de hombros.
Los hombres siempre tienen más credibilidad en los tribunales de familia.
Isabela comenzó a moverse en su transportadora, haciendo pequeños sonidos de hambre.
Camila la recogió con naturalidad, iniciando el proceso de preparación de su comida.
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