Verónica intervino. Lo que la va a confundir es recibir órdenes contradictorias. No son contradictorias, son complementarias. Como así, yo me encargo de la disciplina diaria. Tú puedes ser más flexible los fines de semana. ¿Por qué solo los fines de semana? Porque entre semana necesita rutina estricta. Alejandro se estaba irritando con tantas reglas. Camila, desde hoy puedes jugar donde quieras en la casa. Está bien, está bien, papi. Verónica se veía visiblemente molesta. Esa noche, después de que Camila se durmió, la discusión estalló.
Alejandro, ¿estás minando mi autoridad? Autoridad o control excesivo. Control necesario. Tú no convives con ella todo el día. ¿Y de quién es la culpa? Siempre encuentras excusas para que no esté con ella. porque no entiendes sus necesidades o porque no quieres que las entienda. Verónica se quedó sin respuesta por un momento. Alejandro, estoy tratando de protegerte. Protegerme de qué? De decepcionarte. Camila tiene limitaciones reales. Si creas demasiadas expectativas, las únicas limitaciones que veo son las que tú le pones.
La frase salió más dura de lo que Alejandro pretendía, pero era lo que sentía. Yo no le pongo limitaciones. Reconozco la realidad. ¿Qué realidad? La maestra dijo que es una de las mejores alumnas. En la escuela es diferente. ¿Por qué sería diferente? Verónica se quedó sin respuesta convincente. Alejandro, has cambiado mucho desde que llegó esta empleada doméstica. Cambiado. ¿Cómo? cuestionando todo lo que hago, dudando de mi cuidado con Camila. Tal vez porque estoy viendo a Camila con otros ojos.
¿Qué ojos? Los ojos de un papá que se dio cuenta de que estaba descuidando a su propia hija. Alejandro subió al cuarto dejando a Verónica sola en la sala. Ella sabía que estaba perdiendo el control de la situación. Alejandro se estaba despertando, Camila se estaba volviendo más segura de sí misma y todo por culpa de Paloma. Era hora de deshacerse de ella de una vez por todas. Al día siguiente, Verónica le habló a una amiga. Hola, Patricia.
¿Conoces alguna agencia de empleadas domésticas confiables? ¿Por qué? ¿Pras la actual? Muchos problemas. Necesito cambiarla urgente. ¿Qué hizo? Se está metiendo donde no debe, influyendo a Camila de manera inadecuada. Órale, ¿qué tipo de influencia? Llenándole la cabeza de ideas equivocadas, haciendo que cuestione mi autoridad. Y Alejandro sabe, Alejandro también está siendo manipulado. Esta mujer es peligrosa, entonces córrela. No es tan simple. Alejandro le gusta su trabajo. Necesito una justificación sólida. ¿Qué tipo de justificación? Algo que demuestre que no es confiable.
Verónica colgó con un plan formado en su cabeza. Si no podía despedir a Paloma por motivos obvios, iba a crear motivos que Alejandro no pudiera ignorar. Y el primer paso sería poner a Camila en contra de Paloma. Después de todo, si la propia niña rechazara a la empleada doméstica, Alejandro no tendría más opción que despedirla. Verónica sonrió fríamente. Y va a ser más fácil de lo que se imaginaba. Camila era solo una niña con síndrome de Down.
¿Cómo podría resistir la manipulación de un adulto determinado? Pero Verónica subestimó dos cosas, la inteligencia emocional de Camila y la fuerza de la conexión que la niña había desarrollado con Paloma. La guerra apenas estaba comenzando y Camila, sin saberlo, se iba a convertir en la pieza central de una batalla por su propia felicidad. El miércoles, Verónica despertó determinada. Alejandro estaba haciendo demasiadas preguntas. Era hora de deshacerse de paloma definitivamente. Esperó a que Alejandro saliera y llamó a Camila.
Necesito tu ayuda hoy. ¿Con qué? Vamos a descubrir si Paloma es honesta. Verónica se quitó una pulsera de oro de su propia muñeca. Voy a dejar esto en un lugar especial. Si la toma, sabremos que roba. Ella no roba. Vamos a ver. No puedes contarle a nadie. Está bien. ¿Por qué? Porque es nuestro secreto. Si le cuentas, Paloma se va a escapar antes de que podamos demostrar que es mala. Camila se confundió, pero asintió. Verónica escondió la pulsera dentro del trapo de cocina que Paloma siempre usaba para limpiar.
Ahora te vas a quedar calladita y observar. Cuando Paloma llegó, comenzó la limpieza normalmente. Verónica la observaba desde lejos esperando. Paloma, ¿puedes limpiar la cocina hoy? Necesita una limpieza profunda. Claro, señora. Paloma fue a buscar los trapos. Cuando tomó el trapo de cocina, la pulsera se cayó al suelo con ruido. “Qué extraño!”, Paloma murmuró, agachándose para recogerla. Era exactamente lo que Verónica quería. Camila, ven acá ahora. La niña corrió a la cocina asustada. Mira nada más, agarré a Paloma robando.
Camila vio a Paloma sosteniendo la pulsera confundida. Paloma, ¿qué estás haciendo con mi pulsera? Yo se cayó del trapo. No sé cómo se cayó del trapo. ¿Cómo fue a parar mi pulsera al trapo? No sé, señora. Solo tomé el trapo y se cayó. Camila viste a Paloma con mi pulsera. Camila miró entre las dos sin entender. Vi ella con pulsera. Entonces robó. No, yo no robé nada. Paloma protestó. Claro que robaste. Estaba escondida en el trapo para que te la llevaras después.
Eso no es verdad. Camila te vio con la pulsera, ¿verdad? La niña asintió, pero estaba claramente confundida. Toma tus cosas y sal de mi casa. Señora, por favor, déjeme explicar. No hay nada que explicar. Las ladronas no se quedan en mi casa. Yo nunca robé nada. La pulsera estaba en el trapo. Qué conveniente, ¿no? Paloma miró a Camila desesperada. Camila, tú sabes que yo jamás robaría. Tú me conoces. Camila miró a los ojos de Paloma y vio desesperación genuina, pero recordó que Verónica dijo que era secreto.