Mi prometido bromeó sobre mí en árabe en la cena familiar; yo viví en Dubái durante 8 años.

Dejé que me subestimaran. Sus competidores ciertamente lo hicieron, justo hasta que cerré tratos que ellos pensaban que eran imposibles. Para cuando regresé a Boston hace tres meses para asumir el cargo de Directora de Operaciones (COO) de Martinez Global Consulting, podía discutir todo, desde finanzas islámicas hasta política regional, en un árabe formal que enorgullecería a un erudito, y cambiar al dialecto casual de la calle sin perder el ritmo.

Y entonces conocí a Tariq al-Mansur en un evento benéfico. Guapo, encantador, educado en la Escuela de Negocios de Harvard. Se me acercó en el bar, su acento apenas perceptible, su inglés perfecto. Me preguntó sobre mi trabajo, pareció genuinamente interesado en mis opiniones sobre los mercados internacionales. Fue atento, divertido, respetuoso. También fue muy cuidadoso en mencionar, en los primeros 20 minutos, que provenía de una destacada familia saudí con extensas participaciones empresariales en toda la región del Golfo. Bienes raíces, construcción, importación, exportación; el tipo de imperio diversificado que había capeado tormentas económicas y emergido más fuerte.

Yo estaba intrigada, no por su dinero (la compañía de mi padre se había asegurado de que nunca tuviera que preocuparme por las finanzas), sino por las oportunidades de negocio. Martinez Global había estado intentando entrar en el mercado saudí durante años, pero las conexiones requeridas, la confianza que necesitaba construirse, siempre habían estado fuera de alcance. Tariq podría ser ese puente.

Durante el mes siguiente, me había cortejado con la mezcla perfecta de romance occidental y cortesía del viejo mundo. Restaurantes caros, regalos bien pensados, largas conversaciones sobre todo, desde literatura hasta política. Me había hablado de su familia, de crecer entre Riad y Boston, de los desafíos de estar entre dos culturas. Ni una sola vez me había hablado en árabe.

—Mi familia es tradicional —me había explicado durante nuestra sexta cita, mientras caminábamos por el puerto—. Querrán conocerte, pero podría ser abrumador al principio. Hablarán principalmente en árabe entre ellos. No te lo tomes como algo personal. Es simplemente más cómodo para ellos.

Yo había asentido, comprensiva. —Aprecio que me adviertas. Haré lo posible por causar una buena impresión. Él había sonreído, besándome la frente.

Leave a Comment