MI MARIDO ME GOLPEÓ EN EL HOSPITAL JUSTO DESPUÉS DE DAR A LUZ… PERO NO ESPERABA LA VENGANZA QUE…

—Yo te lo traigo, señor Miguel —dijo Camila rápidamente, dirigiéndose hacia la cocina.

Cuando Camila se alejó, Miguel observó cómo caminaba con pasos cortos y cuidadosos, como alguien que trata de evitar cualquier movimiento que pueda provocar una reacción violenta.

—Ricardo, ven acá, necesito hablar contigo.

El tono de Miguel había cambiado. Ya no era el abuelo cariñoso que había llegado a conocer a su nieto, era el sargento Miguel Mendoza, el mismo que había enfrentado criminales y había hecho cumplir la justicia durante décadas.

Ricardo se acercó, pero manteniendo distancia como un animal que siente peligro.

—¿Qué pasa, papá?

—¿Qué le pasó realmente a Camila en el hospital?

La pregunta cayó como una bomba. Ricardo trató de mantener su fachada, pero bajo la mirada penetrante de su padre comenzó a desmoronarse.

—Ya te dije que el parto fue difícil. Ella se puso muy dramática como siempre.

—No te pregunté sobre el parto, te pregunté qué le pasaste a tu esposa.

Miguel había usado deliberadamente la palabra “pasaste” en lugar de “pasó”. Era una técnica de interrogatorio que siempre funcionaba: confrontar directamente al sospechoso con la verdad.

Ricardo palideció. En ese momento, Camila regresó con el vaso de agua, pero al ver la tensión entre padre e hijo, se detuvo en la entrada de la sala.

—Gracias, hija —dijo Miguel tomando el vaso, pero sin apartar los ojos de Ricardo—. Camila, siéntate un momento. Necesito preguntarte algo importante.

Camila obedeció, pero sus manos temblaron mientras acomodaba al bebé en su regazo.

—¿Alguien te ha lastimado, Camila?

La pregunta directa cayó como un rayo en la habitación. Camila abrió los ojos como platos y miró desesperadamente hacia Ricardo, quien le hizo una señal casi imperceptible con la cabeza, recordándole todas las amenazas que le había hecho durante años.

—No, señor Miguel, nadie me ha lastimado.

Pero Miguel Mendoza había interrogado a cientos de personas durante su carrera militar. Sabía perfectamente cuando alguien mentía por miedo.

—Camila, mírame a los ojos y repíteme eso.

Leave a Comment