Mi Hija Dijo Que Le Daba Asco… Así Que Vendí Todo y Me Fui Sin Decirle Nada…

Mi hija había perdido su casa, su estabilidad económica, su tranquilidad. Mis nietos habían perdido su colegio, su hogar, su abuelo. Yo había perdido mi familia, pero había ganado mi dignidad. ¿Valía la pena? ¿Valía la pena que dos niños inocentes sufrieran por las palabras crueles de su madre? No lo sé. Lo que sí sé es que no podía seguir viviendo con alguien que me veía como algo repugnante. María Elena me preguntó ayer si no me arrepentía de nada.

Aurelio, ¿no te arrepentís de haberte ido tan lejos? ¿No te arrepentís de haber cortado todo contacto con tu familia? Me arrepiento de muchas cosas, María Elena. Me arrepiento de haber criado una hija capaz de decirle a su padre que le da asco. Me arrepiento de no haber puesto límites antes. Me arrepiento de haber tolerado humillaciones. Pero, ¿no te arrepentís de haberte ido, no, María Elena, no me arrepiento de haberme ido. Me arrepiento de no haberme ido antes.

Y si tu hija viniera acá a Miami a pedirte perdón, María Elena. Mi hija no sabe dónde estoy y aunque lo supiera, ya es demasiado tarde. Hay palabras que matan el amor para siempre y las palabras que ella me dijo fueron de esas. Hace dos semanas recibí una llamada que me cambió todo. Era Elena, pero esta vez llorando. Aurelio, tengo noticias terribles. Matías está en el hospital. ¿Qué le pasó a mi nieto? Se intentó suicidar, hermano. Se cortó las muñecas con una gilet.

Se me cayó el teléfono de las manos. Mi nieto de 12 años había intentado quitarse la vida. Elena, ¿cómo está ahora? Está vivo, Aurelio, pero muy mal psicológicamente. Cuando lo encontraron, tenía una carta en la mano dirigida a vos. ¿Qué decía la carta? decía, “Abuelo, me voy a donde estés vos, porque acá sin vos puedo vivir. Perdóname por haber sido un mal nieto. Te amo, Aurelio. Este nene piensa que vos te fuiste por culpa de él. Me puse a llorar como un niño.

Mi nieto había intentado matarse porque creía que yo lo había abandonado. Elena, quiero hablar con él. Aurelio, Matías está en terapia intensiva, no puede hablar por teléfono, pero los médicos dicen que lo único que repite es tu nombre. Quiero al abuelo. Quiero al abuelo. Y Esperanza. Esperanza está destruida, hermano. Se culpa por todo lo que pasó. Esa noche no dormí. Caminé por la playa durante horas pensando en mi nieto internado en un hospital psiquiátrico, pensando en las consecuencias de mi decisión.

Leave a Comment