Levantó el sobre color crema.
“Dentro hay un cheque y una carta de presentación para mi director ejecutivo. Una verdadera revelación. Una oportunidad para adentrarse en una vida más allá de… mercados agrícolas y puestos de frutas”.
Los teléfonos estaban apagados. La gente grababa. El aire se sentía denso.
“O sea, alguien tiene que seguir cultivando zanahorias”, dijo Camille con voz suave.
ly, “y todos te lo agradecemos. Pero Hannah, con tu cerebro, puedes hacer mucho más que vivir en la tierra como tu madre”.
Esa última línea apagó por completo el sonido de la habitación.
Antes de que pudiera levantarme, antes de que Ben pudiera hablar, una voz desconocida resonó desde la puerta.
“Qué forma tan interesante de describir a uno de nuestros socios más valiosos”.
Cuando el ejecutivo tomó el micrófono
Todas las cabezas se giraron hacia la entrada.
Un hombre alto de unos sesenta años estaba allí, con la chaqueta de viaje en un brazo, flanqueado por dos colegas más jóvenes con sus credenciales de la conferencia aún colgadas del cuello.
“Siento haber llegado tarde”, dijo, caminando hacia la mesa principal. “Nuestro vuelo desde Denver se retrasó. Pero no podíamos perdernos esta noche”.
Ethan prácticamente corrió hacia nosotros, con el rostro radiante de alivio.
“Todos”, anunció, “denle la bienvenida al Sr. Thomas Caldwell, vicepresidente de compras de Sterling Grand Hotels”.