Mi esposo se iba al cuarto de mi hija mayor cada noche a dormir. Sospeché y coloqué una cámara. El resultado me hizo temblar

Mi nombre es Araceli “Celi” Salazar, tengo 32 años y vivo en la Ciudad de México. Creía que era una buena madre.

Después de mi primer divorcio, traje a mi hija menor de vuelta a casa, jurando protegerla a toda costa.

Tres años después, conocí a Ricardo Montes: un hombre decente, sensato, que al igual que yo, había vivido una vida de soledad.

Él era reservado, tranquilo, y nunca hizo que mi hija se sintiera como una “niña ilegítima”.

Estaba convencida de que, después de tantas tormentas, mi hija y yo finalmente encontraríamos un hogar en paz.

Pero entonces, algo extraño comenzó a suceder.

Mi hija, Ximena (Xime), cumplió siete años este año. Desde pequeña ha tenido problemas para dormir; a menudo se despertaba llorando a medianoche, a veces mojaba la cama y gritaba. Pensé que era porque no tenía padre, así que cuando tuviera un “nuevo papá”, esperaba que las cosas mejoraran.

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