Al verme, se puso pálida, como si se le hubiera ido toda la sangre del cuerpo. Balbuceé:
— Mamá… ¿de quién es este bebé?
Ella tembló, evitó mirarme a los ojos, y apenas logró susurrar:
— No nos odies… este bebé lleva la sangre de esta familia.
Todo mi cuerpo se heló. Las palabras de mi esposo, sus extraños viajes de negocios, las evasivas de mi suegra… todo giraba como un torbellino en mi cabeza.
¿Podría ser que… mi esposo tuviera un hijo fuera del matrimonio?
Caí en una silla, sin poder apartar la mirada del bebé. Se parecía tanto a él: la frente, los ojos… era innegable. Sentí un nudo en la garganta, mientras mi suegra sostenía al bebé con manos temblorosas.
— Mamá… ¿qué está pasando? — exigí.
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras susurraba:
— Este niño… es de Hùng. No íbamos a ocultártelo para siempre, pero su padre dijo: “espera el momento adecuado”. Nadie imaginó que vendrías tan de repente…
Mi mundo se desmoronó. Esos viajes, esas excusas… todo era una fachada para encubrir esta terrible verdad.
— ¿Y la madre del bebé? — logré preguntar con voz quebrada.
Mi suegra bajó la mirada:
— Ella dejó al bebé y desapareció… Pobrecito Hùng ha estado luchando solo, así que…
Ni siquiera terminó de hablar cuando la reja chirrió al abrirse. Se oyeron pasos familiares. Me giré—mi esposo entró arrastrando su maleta, y se sorprendió al verme allí.
— ¿Tú… qué haces aquí? — tartamudeó, y su expresión cambió al ver al bebé en brazos de su madre.
Me levanté de golpe, con los ojos encendidos:
— Tu supuesto “viaje de negocios a Da Nang”… ¿era solo una mentira para esconder que estabas aquí cuidando a tu hijo ilegítimo?
El aire se volvió irrespirable. Mi suegra apretó al bebé, mi suegro se quedó congelado en la puerta, y mi esposo comenzó a sudar frío.
Avancé, gritando casi: