Mi esposo presenta la solicitud de divorcio, y mi hija de 10 años le pregunta al juez: «¿Puedo mostrarle algo que mamá no sabe, Su Señoría?» El juez asintió. Cuando el video empezó a reproducirse, toda la sala del tribunal quedó paralizada en un silencio absoluto.

Cuando mi esposo Michael presentó la demanda de divorcio, yo aún no entendía del todo cómo habíamos llegado a ese punto. Durante meses, nuestra casa en Valencia había sido un campo minado: discusiones breves, silencios largos y excusas vagas que él repetía cada vez que llegaba tarde del trabajo. Yo intentaba mantener la calma por nuestra hija de diez años, Sophie, quien observaba todo en silencio, siempre escondiendo la preocupación detrás de sus grandes ojos verdes.

La audiencia de divorcio llegó demasiado rápido. Michael entró al juzgado con un aire de seguridad que me hirió más que sus palabras. Yo había imaginado muchas cosas, pero jamás pensé que él actuaría como si toda la responsabilidad recayera sobre mí. Sus abogados lo pintaron como un padre ejemplar que solo buscaba “estabilidad emocional” para su hija.

Durante la sesión, yo apenas podía respirar. Sophie estaba sentada junto a su representante legal, con las manos entrelazadas. De repente, cuando el juez preguntó si había algo más que quisiera decir, Sophie levantó la mano con una seriedad impropia de su edad.

¿Puedo mostrarle algo que mamá no sabe, Su Señoría? —dijo con voz firme.

El juez la miró sorprendido pero asintió.

Sophie tomó una tableta de su mochila. Yo fruncí el ceño, confundida. Ella nunca había escondido nada importante de mí… ¿o sí?

La pantalla se iluminó.

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