Mi esposo me dejó una nota que decía: “Terminé contigo y me llevo TODO” — Pero jamás imaginó lo que hice DESPUÉS… y cómo eso le destruyó su plan…

Mi nombre es Valeria Mendoza y jamás olvidaré ese martes por la mañana. Aún puedo sentir cómo me temblaban las manos cuando encontré esa nota sobre la mesa de la cocina. Después de 12 años de matrimonio, mi esposo Javier había desaparecido, llevándose casi todo. Estoy harto de ti y de tu aburrida vida. Me llevo todo. Por cierto, la casa está vendida. Disfruta lo que queda. Me derrumbé en el suelo de la cocina con la nota arrugada entre mis dedos.

Las lágrimas no paraban de caer mientras intentaba procesar lo que estaba pasando. ¿Cómo podía haberme hecho esto? Habíamos construido todo juntos desde que nos conocimos en la universidad. Miré a mi alrededor y noté que faltaban cosas. Los cuadros caros que habíamos comprado, la vajilla de plata que heredé de mi abuela, incluso las joyas que guardaba en nuestra habitación. Todo desaparecido, igual que él, pero lo peor no era lo material, era la traición tan calculada. Cuando logré calmarme un poco, revisé nuestras cuentas bancarias desde mi teléfono.

Vacías, 12 años de ahorros esfumados en un instante. Sentí que me faltaba el aire. ¿Qué voy a hacer ahora?, me pregunté mientras observaba lo poco que quedaba en nuestra casa. Mi teléfono sonó. Era un mensaje de un número desconocido. Señora Mendoza, soy Roberto del Banco. Necesitamos hablar urgentemente sobre algunas transacciones sospechosas en sus cuentas. Respiré profundo y, en lugar de hundirme en la desesperación, tomé una decisión. Le respondí a Javier con un mensaje sencillo. Di tu nota.

Gracias por avisarme. Lo que Javier no sabía es que yo no era la mujer indefensa que él creía. Durante años había trabajado como asistente ejecutiva para un importante bufete de abogados especializado en fraudes financieros. Y aunque siempre me mostré como una esposa dedicada y sencilla, había aprendido mucho observando los casos que pasaban por mi escritorio. Llamé inmediatamente a mi amiga Pilar, quien trabajaba en el registro de propiedades. Pilar, necesito que revises algo urgente. ¿Puedes verificar si mi casa ha sido vendida?

Javier dice que sí, pero nunca firmé nada. Dame unos minutos, respondió. La espera fue eterna. Cuando Pilar volvió a llamar, su voz sonaba alarmada. Valeria, según los registros, tu casa fue vendida hace tres días. Hay una firma tuya en los documentos. Mi corazón se detuvo. Eso es imposible. Yo nunca firmé nada para vender mi casa. Valeria, creo que falsificaron tu firma. En ese momento algo cambió dentro de mí. El dolor se transformó en determinación. Javier no me conocía realmente.

Leave a Comment