Mi cuñada fue sorda y muda durante 7 años, pero cuando mi hermano murió y la familia se reunió para dividir los bienes, ella se echó a llorar y dijo algo que nos dejó a todos boquiabiertos.

Temblorosa, sacó una fotocopia vieja y amarillenta: un certificado médico de la cirugía de extirpación de riñón de hace 8 años.

La tomé, con las manos heladas.

– Cuando mi marido estaba desempleado y pensaba volver a casa en el pueblo, yo… vendí mi riñón para poder pagar el depósito del terreno y construir esta casa desde cero.

Dijo, lentamente pero con cada palabra clara.

TODA LA FAMILIA SE QUEDÓ EN SILENCIO. EL TÍO MENOR SUDABA FRÍO.

Nadie dijo nada más.

Desde la persona que intentaba adueñarse de la casa hasta los parientes que estaban de chismosos, se miraban con el rostro pálido.

La mujer a la que habían llamado “muda” durante 7 años… solo había permanecido en silencio por su sufrimiento, no por ignorancia o falta de inteligencia.

Se levantó, recogió los papeles y se fue a su habitación.

A partir de ese momento, nadie se atrevió a mencionar la palabra “división” de nuevo.

Una sola frase, después de 7 años de silencio…

Fue suficiente para hacer que todos bajaran la cabeza.

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