Me casé con un hombre rico por dinero, pero resultó ser alguien que nunca esperé

“Los suficientes para entender el verdadero valor de una persona”, dijo.

Me sorprendí, pero no dije nada más.

Entonces, un día, el mayordomo me dijo en voz baja: “Señora, no se sorprenda si hay cosas raras en nuestro jefe. Todo lo que hace tiene una razón”.

Sus palabras se quedaron en mi memoria, aunque en ese momento no entendía su significado.

El rostro secreto
Una noche, no pude dormir.

Salí a la terraza de la casa grande para tomar el aire. La luz de la luna se derramaba sobre el jardín, y fue entonces cuando lo vi.

Don Armando estaba de pie al borde del jardín, quitándose algo del cuello.

Me tapé la boca, conmocionada.

La piel del rostro de Don Armando… se estaba desprendiendo lentamente.

Mi corazón latía con fuerza mientras observaba. Bajo la piel arrugada y pesada no estaba el rostro de un anciano, sino el de un joven extremadamente guapo, musculoso, que me resultaba familiar en las noticias y las revistas.

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