Me acosté con un desconocido a los 65 años… y a la mañana siguiente la verdad me dejó atónita…

Dormí con un desconocido a los 65… y a la mañana siguiente la verdad me impactó… El año que cumplí 65, mi vida parecía tranquila. Mi marido había fallecido hacía tiempo, mis hijos habían formado sus propias familias y casi no me visitaban. Vivía sola en una casita a las afueras. Por las tardes, me sentaba junto a la ventana, escuchaba el canto de los pájaros y veía la puesta de sol dorada sobre la calle vacía. La vida era tranquila, sí… pero en mi interior había un vacío que nunca me atreví a nombrar: soledad.

Ese día era mi cumpleaños. Nadie se acordó, ni una llamada, ni una palabra. Decidí coger el autobús nocturno e ir al centro. No tenía ningún plan; solo quería hacer algo diferente, algo “atrevido”, antes de que fuera demasiado tarde.

Entré en un pequeño bar. Luz amarilla tenue, música suave. Elegí un rincón tranquilo y pedí una copa de vino tinto. Hacía tanto que no bebía… el sabor ácido y ligeramente dulce me llenó la boca y me reconfortó un poco.

Mientras observaba a los transeúntes, un hombre se me acercó. Parecía tener unos cuarenta años, con el pelo ligeramente canoso y una mirada profunda y serena. Se sentó frente a mí y sonrió:

Leave a Comment