“Maestra, mi abuelo lo hizo otra vez…” – La maestra llama a la policía de inmediato….

La clase había terminado, pero Mariana no se fue. “Maestra, mi abuelo lo hizo otra vez”, dijo casi llorando. “Y hoy viene por mí. No quiero ir.” Lucía sintió el corazón acelerarse, pero trató de mantener la calma. “¿Qué hizo otra vez, mi niña? ¿Qué te hace?” Mariana mordió el labio sin mirar a la maestra. Cuando mi mamá está dormida, él entra a mi cuarto, dice que es un secreto, que si yo lo cuento, mi mamá se va a enojar conmigo.

Tengo miedo y me duele. Las últimas palabras quedaron pesadas en el aire. Lucía respiró hondo, tomó las manitas de Mariana y habló con firmeza. ¿Estás segura conmigo? No voy a dejar que se acerque a ti. Sacó discretamente el celular y llamó a la policía hablando bajito. Explicó la situación, dio la dirección de la escuela y pidió que enviaran una patrulla. Le indicaron que mantuviera a la niña en resguardo y que no la entregara a nadie hasta la llegada de los papás o de las autoridades.

“Vas a quedarte conmigo, está bien”, dijo Lucía tratando de transmitir calma. “No quiero ir con él. repitió Mariana a punto de llorar. Lucía la abrazó suavemente y la colocó detrás de su escritorio protegida. Minutos después, un fuerte olor a lo anunció la llegada de Rogelio. Entró sonriendo. “Buenas tardes, maestra. Vengo por mi nieta”, dijo abriendo los brazos como si fuera lo más normal. Lucía se levantó y se puso frente a la niña. Hoy la salida es solamente con los papás, señor Rogelio.

Es el protocolo de la escuela. La sonrisa de él se tensó. La mamá me pidió que viniera. Siempre la recojo. No pasa nada. Vámonos, Mariana. La niña apretó el cuaderno contra el pecho y movió la cabeza. No quiero ir, abuelo. No quiero. La directora Carmen apareció en el pasillo nerviosa tratando de calmar la situación. Don Rogelio, ¿podemos hablar un momento en la coordinación? Sugirió. Hablar de qué? Respondió él impaciente. Me voy a llevar a la niña y punto.

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Lucía mantuvo la voz firme. Ella me contó cosas muy serias. Hasta que todo se aclare, no voy a permitir que salga de aquí. Rogelio dio un paso hacia adelante, la sonrisa ahora helada. Maestra, no invente, los niños dicen tonterías. De verdad me va a impedir llevarme a mi propia nieta. Mariana levantó el rostro con lágrimas escurriendo. No son tonterías. Entras a mi cuarto. Tú dijiste que no hablara. El silencio se volvió insoportable. Carmen dudó sin atreverse a intervenir.

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