Le ordenó a la empleada que tocara el piano frente a todos para humillarla, pero cuando empezó, nadie esperaba lo que sucedió.

solo levantó la mano señalando el piano julia se acercó y se sentó esta vez no necesitó que le dieran la orden empezó a tocar despacio algo suave improvisando notó que Gerardo cerró los ojos por un

momento no dormido no aburrido como si lo necesitara cuando terminó él se levantó y fue directo a ella puso los papeles sobre el piano la miró serio quiero proponerte algo julia lo miró esperando no

sabía si asustarse o emocionarse quiero que vengas aquí tres veces por semana vas a tocar vas a practicar y voy a traerte a un maestro para que te entrene alguien bueno pero

no gratis a cambio tú vas a presentarte en algunos eventos que yo organice vas a tocar cuando yo lo diga ella frunció el seño como entretenimiento él levantó una ceja no como parte del programa como

artista pero sí lo decido yo tú pones la música yo pongo todo lo demás julia dudó ¿y por qué yo porque nadie más me hace sentir lo que tú haces cuando tocas porque te escuché una vez y no he podido

sacarlo de la cabeza eso la descolocó no esperaba esa respuesta era la primera vez que él decía algo personal algo

real ¿y qué gana usted con esto gerardo se encogió de hombros no lo sé todavía pero quiero averiguarlo julia se quedó callada no confiaba en él no del todo pero tampoco podía ignorar lo que eso

significaba un maestro tiempo en un piano bueno un trato era más de lo que ella había soñado pero también sabía que nada venía gratis no soy un objeto le dijo de golpe no voy a dejar que me use para

presumir él sonríó apenas lo sé por eso estás aquí y así quedó el trato sin contratos sin papeles solo palabras pero en la cara de Gerardo había algo claro él estaba acostumbrado a que la gente le

dijera que sí y ahora por
primera vez alguien le ponía condiciones julia se fue esa tarde con la cabeza a 1 no sabía si había hecho bien o mal pero una cosa era segura ya no había vuelta atrás y mientras salía por la puerta

principal Daniela la observaba desde la planta alta de pie callada con los brazos cruzados y una sonrisa torcida porque mientras todos se fijaban en Julia ella ya tenía su plan nadie iba a robarle la

atención de Gerardo nadie julia llegó a la mansión un lunes por la tarde con el estómago apretado y la cabeza llena de dudas el chóer ya la conocía pero no le

hablaba mucho solo bajaba le abría la puerta y le hacía una seña con la mano como diciendo “Ya sabes el camino desde la primera vez que pisó esa casa algo se sentía fuera de lugar era todo tan grande

tan limpio tan callado que uno caminaba como si fuera a romper algo con solo respirar ese día no fue la excepción apenas entró la misma señora de uniforme le dijo que el señor Alcázar estaba en una

junta y que debía esperarlo en el estudio julia asintió pero antes de llegar al cuarto escuchó unos pasos que venían bajando de la escalera eran rápidos firmes con esos tacones que

anuncian a alguien antes de que aparezca era Daniela vestida como siempre impecable con un conjunto blanco que parecía sacado de una revista y un perfume tan fuerte que se sentía desde 3 m la vio de

pies a cabeza sin disimulo con esa mirada que no necesita palabras para dejarte claro que no te quiere ahí ah mira la pianista dijo con una sonrisita julia se quedó callada daniela bajó el último

escalón despacio como si se estuviera preparando para soltar algo más y lo hizo no creas que porque tocaste una canción bonita ya eres alguien especial aquí la gente entra por

la puerta pero también sale por ella cuando el señor se aburre julia apretó los labios no iba a responder no tenía sentido y te lo digo porque ya vi este show antes tú no eres la primera que se cree

la revelación del momento así que mejor no te emociones agregó Daniela acercándose un poco más sin quitar esa sonrisa julia respiró hondo no estaba acostumbrada a enfrentarse con ese tipo de gente

pero tampoco era tonta le sostuvo la mirada y solo dijo “Yo no me creo nada no más vine a tocar daniela se rió bajito pues que así se quede porque

cuando esto se acabe yo sí voy a seguir aquí y se fue julia entró al estudio con el corazón latiéndole fuerte se sentó frente al piano y empezó a tocar para calmarse pero no podía concentrarse las

palabras de Daniela le daban vueltas en la cabeza no sabía si eran celos envidia o solo pura mala leche pero sí le quedaba claro que no la quería cerca y que haría lo que fuera por sacarla de ahí a

los 20 minutos llegó Gerardo llevaba el saco colgado del brazo una carpeta en la mano y cara de cansado ni saludó solo le preguntó si había practicado julia dijo que sí

él asintió se sirvió un café y le pidió que tocara algo nuevo ella tocó nada del otro mundo algo que había compuesto en su cabeza mientras iba en el camión pero él la escuchó como si fuera una

sinfonía eso era lo raro con él cuando la escuchaba no hablaba no se movía no revisaba el celular solo se quedaba ahí atento cuando terminó Gerardo le dijo que su maestro llegaría esa misma semana que

lo había traído desde Guadalajara que era bueno exigente y que no iba a tratarla con suavidad por ser novata julia sintió un nudo en el

estómago no sabía si estaba lista para eso pero tampoco quería echarse para atrás antes de irse Gerardo le preguntó algo que no esperaba ¿cómo se llama esa pieza que acabas de tocar julia se

sorprendió no tenía nombre solo salió se encogió de hombros no sé no le puse nombre piénsalo si vas a componer tus piezas necesitan identidad julia solo asintió cuando se estaba despidiendo cruzó otra

vez con Daniela esta vez fue peor daniela estaba hablando con una amiga por videollamada desde el sillón de la sala al ver a Julia pasar bajó el volumen del celular y le dijo a su

amiga “Ahí va la protegida del patrón seguro pronto la pone a dormir en su cuarto.” Julia no dijo nada caminó derecho hasta la puerta el chóer ya la esperaba pero el aire dentro de esa casa pesaba más

cada vez pasaron los días el maestro llegó se llamaba Ernesto y tenía unos 50 y tantos no era amable pero tampoco grosero directo le corregía cada nota le marcaba el ritmo le repetía las frases como

si ella fuera una niña al principio Julia se sintió chiquita pero luego empezó a entender lo que él le pedía no era por hacerla

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