El papa Francisco había planeado subirse al papamóvil después de la bendición para sorprender a los 50.000 fieles reunidos en la plaza. Pero se detuvo y preguntó: “¿Creen que podré lograrlo?” para pedir consejo a su asistente.
Así lo hizo. El domingo, regresó a la plaza, dio la bienvenida a la gente y prestó especial atención a los niños. Era el último viaje que haría en papamóvil y el primero tras recibir el alta hospitalaria.
Cansado pero contento, se volvió hacia Strappetti y le dijo: «Gracias por traerme de vuelta a la plaza». En ese momento, compartió su profundo deseo de estar cerca del pueblo, un principio que había determinado su papado desde el principio.
