Al principio pensó que no era nada grave: quizá problemas estomacales, la edad, hinchazón o simplemente nervios. Incluso bromeó diciendo que estaba comiendo demasiado pan y que por eso su vientre parecía cada vez más grande.
Pero después de realizar unos exámenes básicos, el médico se mostró visiblemente preocupado.
—Señora… —dijo, frunciendo el ceño mientras revisaba los resultados otra vez—. Esto puede sonar extraño, pero los análisis indican… un embarazo.
—¿Qué? —exclamó Larissa—. ¡Tengo sesenta y seis años!
—Existen casos extremadamente raros —respondió con cautela—. Pero para estar seguros, necesita consultar a un ginecólogo.