Aunque no se puede detener por completo, sí es posible retrasar su progresión con hábitos adecuados.
Actividad física
El ejercicio es la herramienta más efectiva:
- Ejercicios de fuerza como sentadillas, planchas, flexiones o uso de bandas elásticas.
- Caminatas, natación, ciclismo, yoga o pilates.
- Subir escaleras y moverse activamente en la vida diaria.
La clave está en la constancia: pequeños esfuerzos diarios son más efectivos que entrenamientos esporádicos.
Alimentación adecuada
- Proteínas: entre 1,2 y 1,5 g por kilo de peso corporal (carnes, pescados, huevos, lácteos, legumbres, suplementos).
- Calcio y vitamina D: fundamentales para huesos y músculos (pescados, lácteos, huevos, suplementos).
- Ácidos grasos omega-3: reducen inflamación y mejoran la síntesis proteica (pescados grasos, aceite de linaza, nueces).
- Energía suficiente: evitar dietas demasiado restrictivas que aceleren la pérdida muscular.