La Revelación en el Rincón: La Niña Que Le Devolvió el Alma al Magnate

EL MIEDO TIENE SABOR A ARROZ FRIÓ

Alejandro regresó. Tarde, pero temprano. La mansión, una prisión de mármol y silencio, lo esperaba. Su villa de Barcelona, ocho habitaciones vacías. El martes de una noche anulada. Entró por la cocina. Luz filtrada. El aire denso.

Un susurro. Una respiración.

La vio.

Una figura pequeña. Junto al refrigerador. Espalda contra el frío. Una niña. once, quizás doce. Ropa grande, gastada. Hambre en los pómulos. En sus manos, un plato de porcelana fina. Los restos de la cena. Comía con prisa. Escondida. Como un animal en la sombra.

El tenedor se congeló a mitad de camino. Los ojos de la niña se alzaron. Terror puro. Pintado en un lienzo delgado.

Alejandro se quedó inmóvil. 42 años de control. Un imperio hotelero. Veintitrés hoteles. Todo perfectamente ordenado. Pero esto no era un balance. Esto era real.

Reconoció los ojos. Los mismos de Carmen. Su empleada, silenciosa. Invisible.

La niña era Lucía. Su hija.

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