En el hospital, trabajadores sociales y policías llegaron rápidamente. Uno de ellos, el detective Ramírez, habló con suavidad pero con firmeza:
—Señora Clara, necesitamos hacerle algunas preguntas sobre su esposo, Martín. ¿Puede contarnos cómo se comportaba con Ana?
La boca de Clara se secó.
—Él… siempre fue cariñoso. Quizás demasiado cariñoso a veces. Pero yo nunca… nunca pensé…
El detective intercambió una mirada con el médico.
—Necesitaremos hablar con Ana cuando despierte. Por ahora, quédese cerca de ella. Y Clara… no contacte a Martín hasta que le demos instrucciones.
Clara asintió, entumecida por el miedo.
Una Revelación Escalofriante en la Cirugía
Horas después, los cirujanos salieron exhaustos pero aliviados. Ana había sobrevivido a la operación. Pero sus hallazgos no dejaban lugar a dudas.
—Sus lesiones no fueron accidentales —explicó en voz baja el cirujano principal—. Fueron causadas por un trauma. Repetido.
El mundo de Clara se derrumbó. Las lágrimas corrían sin control. Apenas podía respirar al darse cuenta del horror completo: el hombre en quien había confiado la vida de su hija podía haber sido quien destruyó su inocencia.
