“He investigado a la familia Harrison durante seis meses. Del dinero recaudado, solo $50,000 llegaron a la caridad. El resto: gastos personales, vacaciones, lujos.” Sacó documentos. Papel y tinta. Letras de ley.
“Esta familia es culpable de fraude.”
El Sr. Harrison intentó huir. Los guardias de seguridad se movieron. Bloquearon las salidas.
“Ya contacté a las autoridades. Están esperando afuera.”
El caos estalló. Murmullos. Gritos. Reputaciones hechas añicos.
Nathan se volvió hacia Isabella. “Isabella. ¿Algo que decir?”
Ella avanzó. La mirada de Catherine, llena de terror. Amanda, llorando.
“Durante tres años, me hicieron sentir que no valía nada,” dijo Isabella. Su voz, un hilo de acero. “Me trataron como si fuera invisible. Menos que humana.”
Se hizo más fuerte.
“Pero esta noche, me di cuenta. Mi valor nunca fue suyo para decidir.”
“Vine esperando humillación. Encontré amabilidad y crueldad.”
Miró directamente a Catherine.
“La perdono. No porque lo merezca. Sino porque yo merezco paz.”
Y entonces, el final.
Isabella sacó la llave de su habitación del desván. La dejó caer. El metal golpeó el mármol.
“Y renuncio.”