“La enfermera besó en secreto a un guapo CEO que había estado en coma durante tres años, pensando que nunca despertaría — pero, para su asombro, él la abrazó de repente después del beso…”

Liam Hayes, el hombre que no se había movido en tres años, estaba despierto, abrazándola con fuerza. Su voz era áspera, apenas un susurro: “¿Quién… eres?”.

Su corazón casi se detuvo.

Y así fue como el hombre que todos pensaban que nunca despertaría, despertó en los brazos de la enfermera que acababa de besarlo.

Los médicos lo llamaron un milagro. La actividad cerebral de Liam había estado inactiva durante años, sin embargo, en cuestión de horas, estaba respirando, hablando, recordando fragmentos de su pasado. Pero para Emily, el milagro venía acompañado de culpa. Ese beso… no tenía la intención de que nadie lo supiera.

Cuando la familia de Liam finalmente apareció —abogados, asistentes, gente que se preocupaba más por su compañía que por su corazón— Emily intentó pasar a un segundo plano. Pero no podía olvidar la forma en que los ojos de él la habían seguido durante las sesiones de recuperación. La forma en que su voz se suavizaba cuando decía su nombre.

Los días se convirtieron en semanas. Liam luchaba por caminar de nuevo, por reconstruir sus recuerdos. Recordaba su accidente: la discusión con su socio de negocios, la lluvia, el choque. Pero todo después de eso era borroso hasta que despertó… y la vio a ella.

Una tarde, durante la fisioterapia, él preguntó en voz baja: “Tú estabas allí cuando desperté, ¿verdad?”. Emily dudó. “Sí”. Su mirada se encontró con la de ella. “Y me besaste”. Sus manos temblaron. “¿Tú… recuerdas eso?”. “Recuerdo calidez”, dijo él. “Y una voz. La tuya”.

Ella quería desaparecer. “Fue un error, Sr. Hayes. Lo siento”. Pero Liam negó con la cabeza. “No te disculpes. Creo que me trajo de vuelta”.

Ella no podía creerlo. Él sonrió levemente; no era la encantadora sonrisa de CEO de las portadas de revistas, sino algo real, algo vulnerable.

A medida que él se recuperaba, comenzaron a extenderse rumores: que la enfermera se había enamorado de su paciente, que había cruzado una línea. Emily fue llamada a la oficina del director del hospital. “Serás reasignada”, dijo él con frialdad. “Esta historia no puede salir a la luz”.

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