Brandon asintió.
Con lágrimas en los ojos.
“Esperaré. Lo que sea necesario.”
Un año después
Un pequeño parque. Una mañana de primavera.
Lily corría por el césped, riendo.
Un hombre la seguía, con los brazos abiertos.
“¡Te atrapé!” rió Brandon, abrazándola.
Desde un banco, Hannah los miraba, sosteniendo su café, con ojos llenos de emoción.
Se necesitó tiempo.
Brandon fue a terapia.
No pidió perdón con grandes gestos, pero con calma y firmeza.
Estuvo en su cumpleaños.
Le leía cuentos por videollamada.
Aprendió a hacer trenzas.
Hannah no confiaba en él.
Pero lo observaba… con una esperanza cautelosa.
Quizás la gente pueda cambiar.
Tal vez algunas historias no necesitan un final feliz… sino un comienzo sincero.