tribunal ordena congelar todos los bienes del señor Miguel Pérez.
La administración provisional de la herencia queda a cargo de la señora Valentina Pérez. La señora Valeria López tiene prohibido acceder a los bienes y a la vivienda del señor Pérez hasta nueva orden. El golpe del mazo resonó seco y firme como un punto final al infierno que Valeria había causado.
Valeria se levantó de golpe, el rostro enrojecido, gritando Vas a arrepentirte, Valentina.
No puedes hacerme esto. Su voz chillona rebotó en las paredes, pero los agentes judiciales se acercaron rápido, pidiéndole que saliera de la sala. La vi mientras se la llevaban. Su vestido Gucci deslizándose por la puerta. Y por primera vez, sentí que se había hecho un poco de justicia. Pero eso no
alivió el dolor.
Miguel no volvería y la crueldad de Valeria seguía siendo una cicatriz que nunca sanaría en mi corazón. Recogí los documentos, los guardé con cuidado en el maletín y salí de la sala. El sol del mediodía en La Paz brillaba fuerte, reflejándose en mi uniforme y haciendo destellar las medallas. Pero
no sentía orgullo ni triunfo.
Solo sentía un alivio silencioso, como si todo lo que había hecho me hubiera permitido cumplir la promesa que le hice a Miguel, aunque él ya no estuviera aquí para verlo. Cuando terminó el juicio supe que no tenía tiempo para descansar ni dejar que el dolor me hundiera. Miguel se había ido, pero yo
debía hacer algo para que su legado siguiera vivo, para que lo que él sufrió no fuera en vano.
Conduje directo al banco llevando la resolución judicial en la ventanilla. Terminé los trámites para obtener el control total de los bienes de Miguel, la empleada del banco. Una mujer de mediana edad, con mirada amable, revisó los documentos y me dijo Señora Valentina, todo ha sido transferido a su
nombre.
¿Cómo quiere manejar este dinero? Respire hondo, con voz firme. Quiero dividirlo en dos. Una parte a mi cuenta personal, la otra para crear un fondo. Llamé al fondo. Fondo Miguel, una entidad sin fines de lucro registrada en la Secretaría de Desarrollo Social de México esa misma semana. La idea me
vino cuando estaba en la morgue mirando el traje de Miguel listo para el funeral.
Quería que el nombre de mi hijo se convirtiera en un símbolo de esperanza de vida para quienes luchan contra la enfermedad que Miguel no pudo superar. Me puse en contacto con el Hospital San Rafael y otros centros médicos pidiéndoles una lista de pacientes con cáncer que hubieran sido abandonados o