¡Estaba a punto de ser despedida por ayudar a un anciano caído! ¡Entonces entró el CEO y lo llamó «papá»!…

“¡Oye, quítate del camino, viejo, en serio, muévete!” La voz, aguda y arrogante, cortó la ya tensa atmósfera del ascensor abarrotado en la bulliciosa Thompson Tower, en pleno centro de Chicago.

“¿Cómo te atreves a ponerle la mano encima a un anciano?”, respondió otra voz clara y firme, sorprendiendo a todos. “El ascensor ya estaba sobrecargado, y fue en el momento en que entraste. Si alguien tiene que salir, deberías ser tú.”

La mujer que habló, una rubia de rasgos duros en un traje de poder carísimo, giró bruscamente.
—¿Quién te crees para decirme que salga? ¿Sabes quién soy yo? ¿O mi conexión directa con Michael Thompson, el mismo presidente? —Sus ojos, reducidos a rendijas, miraban con desprecio al recién llegado—. No me importa quién seas. Pídele disculpas ahora mismo.

Una joven, Emily Carter, parpadeó. ¿Está ciega esta mujer? ¿Cómo se atrevía a enfrentarse abiertamente a Sophia Reed, la estrella gerente senior de Thompson Enterprises? Emily sabía que Sophia tenía mala fama, y ese día había entrevistas para muchos aspirantes, incluida ella.
“Ella está aquí para una entrevista”, murmuró un observador nervioso. “Ya la arruinó al ofender a Sophia.”

Emily sacudió ligeramente la cabeza. No vale la pena, pensó, y se volvió hacia el anciano que todavía parecía aturdido.
—Señor, ¿está bien? —preguntó con voz suave, mostrando preocupación genuina.

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