ESPOSAN A UNA MUJER SOLDADO LATINA… SIN SABER QUE UNA LLAMADA ARRUINARÍA SUS CARRERAS.

Te mantuviste firme, en silencio. Ese se le quedó grabado. El alcalde convocó una rueda de prensa de urgencia. De pie junto al jefe de policía, leyó con rigidez una declaración redactada. Esta ciudad no tolera la discriminación ni la mala conducta. Hemos iniciado una revisión interna completa, pero la transparencia prometida llegó horas más tarde cuando la oficina de supervisión policial publicó un informe preliminar contundente.

Confirmaba que los oficiales Burk y Ramírez no solo ignoraron los protocolos básicos de verificación, sino que también violaron los procedimientos establecidos para interactuar con personal militar, normas que ambos firmaron al entrar al cuerpo. Frente al ayuntamiento, grupos comunitarios ya se manifestaban. Carteles alzados decían, “Esposada por servir, el uniforme no es sospecha.

Justicia para la sargento Mendoza. Su nombre, el que ella jamás quiso convertir en símbolo, ya estaba en todas partes. No porque ella lo buscara, sino porque la gente se veía reflejada en su historia. En una escuela secundaria cercana, una profesora pausó su clase de cívica, puso el video en la pantalla y dijo, “Mírenlo con atención.

No solo vean qué pasó, vean por qué pasó y por qué sigue pasando.” En la comisaría, la tensión se sentía en el aire. “Tenemos a toda la prensa respirándonos en la nuca”, dijo el subcomisario. “¿Los despedimos ahora o después del informe final?” “Despídanlos ayer,”, respondió alguien sin rodeos.

En una sala cerrada, los oficiales Burk y Ramírez fueron llamados por separado. Ambos escucharon lo mismo. Suspensión inmediata sin salario por conducta indebida, violación de protocolo y falta de respeto institucional. Burk trató de justificarse. Creí que era una amenaza. Estaba desarmada, identificada, en uniforme, le respondió serio.

Un miembro del comité. Ramírez solo bajó la mirada, firmó el documento y se marchó en silencio. Cuando la noticia se hizo pública, las reacciones no tardaron. Algunos aplaudieron, otros dijeron que ya era tarde. Un pequeño grupo intentó defender a los oficiales diciendo que actuaron bajo presión, pero la mayoría entendió lo que realmente fue.

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