En mi fiesta de segundas nupcias, cuando vi a mi exesposa trabajando de mesera, solté una carcajada, pero 30 minutos después, una cruel verdad salió a la luz y me dejó helado.

Ese día, el lujoso hotel de Nueva Delhi brillaba con todo su esplendor. Yo —Rajesh Malhotra, un hombre de cuarenta años— entré de la mano de mi hermosa y joven novia, bajo las miradas llenas de admiración.

Mi fiesta de bodas era espléndida: flores frescas por todas partes, vino de primera, una orquesta en vivo tocando dulces canciones de amor indias. Sentía que estaba en la cima de la felicidad y del éxito.

Pero entonces, justo cuando levantaba la copa para brindar, mi mirada se detuvo de repente en la esquina del salón. Con un uniforme sencillo, el cabello recogido con cuidado, y una bandeja de bebidas en las manos, estaba una figura demasiado conocida.

Por un instante, mi corazón se detuvo, y después estallé en carcajadas.

Era ella —Anita, mi exesposa. La mujer que solía ser mi esposa, la que me preparaba comidas sencillas todos los días. Y ahora, mientras yo vestía un traje de diseñador, con mi hermosa nueva esposa a mi lado, ella servía en mi fiesta de bodas.

Los amigos alrededor murmuraban en voz baja:
—¿No es esa la exesposa de Rajesh?

Leave a Comment