—No hay nada que perdonar. Siempre te he amado…
Víctor se quedó apartado, cabizbajo y avergonzado.
Comprendió que, detrás de aquella ropa humilde y las arrugas, se escondía una historia de sacrificio y amor inmenso.
No era solo un vuelo. Era el reencuentro de dos corazones separados por el tiempo, pero que finalmente se encontraron.