Ella acogió a 3 niños abandonados — 25 años después, uno de ellos detuvo la ejecución…

Tres niños… dejados al borde del camino.

Las palabras resonaban en los oídos de Evelyn Carter aquella fría tarde en Alabama. Era viuda, tenía poco más de cuarenta años y vivía sola en una vieja casa de madera en las afueras del pueblo. Apenas tenía lo suficiente—lavar platos en un restaurante apenas ponía comida en su mesa—pero su corazón se negó a mirar hacia otro lado.

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El sheriff los había encontrado: tres niños blancos, hermanos de sangre, abandonados después de que sus padres desaparecieran en la noche. Caleb, el mayor, de diez años, se erguía alto, mirando al mundo con furia. Drew, de solo ocho, se aferraba al brazo de su hermano, con los ojos nerviosos. Y Jaime, el más pequeño, de cinco, no decía nada. Solo miraba a Evelyn con una mezcla de miedo y esperanza.

“Terminarán en un orfanato”, dijo el sheriff. “A menos que alguien los acoja.”

Evelyn no dudó. “Tráigalos a mí”, dijo con firmeza.

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