El Peso de una Corona Rota

La mujer mayor se acercó. Sus ojos, afilados y fríos, barrieron el rostro de EA, deteniéndose en el velo.

“Estás cometiendo un error terrible. Vas a humillar a mi sobrino. No perteneces a nuestro mundo. Lo sabes en el fondo.” Hizo una pausa dramática. “Aléjate ahora antes de que arruines su vida.”

EA sintió el viejo fuego. El fuego que su madre le había enseñado a usar. El de la dignidad.

“Amo a Theron. Él me ama. Es todo lo que importa.” Su voz no vaciló.

Por un instante, la furia pura destelló en el rostro de Reverie. El control se rompió.

Fue rápido. Un borrón.

Reverie extendió ambas manos, agarrando el delicado encaje del velo.

¡Riiip!

El sonido fue un grito seco en la opulenta habitación. Un sonido de destrucción. Perlas esparcidas por el suelo de mármol. Rebotaron, rodaron. Parecían lágrimas congeladas.

EA se quedó paralizada. El cabello suelto. La cabeza desnuda.

Reverie arrojó el velo destrozado a sus pies como basura.

“Ahí,” siseó. “Ahora pareces exactamente lo que eres. Nada.”

La madre de EA y Brier regresaron en ese instante.

Vieron el daño.

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