Jack tomó su paño y se detuvo en la puerta. —¿Sabes qué es la verdadera fortaleza? No se trata de destruir a la gente. Se trata de reconstruirla, después de que la vida ya haya intentado aniquilarla. Deberías intentarlo.
La puerta se cerró con un suave clic.
Durante diez largos segundos, nadie se movió. Entonces, un par de manos comenzaron a aplaudir.
Era David Chen, un joven analista a quien Clara había humillado meses antes. El ritmo era lento, deliberado. Otra persona se unió. Luego otra. Pronto, la sala de conferencias se llenó de aplausos.
Y en lo más profundo de su ser, una grieta se formó en la coraza de hielo que conformaba la máscara de Clara Voss.
Al mediodía, el video de la reunión circulaba por el chat interno de la empresa. Por la noche, se había vuelto viral.
«Un conserje se enfrenta a un director ejecutivo multimillonario… y gana».
El video se extendió como la pólvora. Los comentarios inundaron las redes, llenos de elogios:
«¡Por fin alguien lo dijo!».
«¿Quién es este hombre? Necesitamos más como él».