«Mamá», susurró. «¿Así que no eres mi madre?».
Anna sollozó:
«Soy tuya. Quizás no de sangre, pero sí de corazón».
María entró en su habitación y se sentó junto a la ventana durante un largo rato. Toda su infancia, todo en lo que había creído, resultó ser una mentira.
Pero tras la mentira había amor. Amor verdadero.
Parte IX. El encuentro con el pasado
Un mes después, la invitaron a una rueda de reconocimiento. Habían encontrado al verdadero padre.
Alto, sin afeitar, con una mirada fría.
«Es ella», dijo secamente. «Mi hija».
María juntó las manos. Se le oprimió el pecho. No había ni una pizca de calidez en su mirada. Solo posesividad.
Tras la conversación, lloró por primera vez en muchos años.
Y se dio cuenta: el hogar no es donde naciste. El hogar es donde te aman.
Parte X. Conclusión
El tribunal lo tuvo todo en cuenta: la madre había fallecido, el padre biológico fue considerado peligroso. Anna recibió una condena condicional y… permiso para seguir siendo la tutora de María.
El mismo agente que acompañaba a Rex también estuvo presente en la audiencia.
Cuando todo terminó, se acercó y sonrió: